Capítulo 17

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La hermosa rubia caminaba como podía por las calles en un recorrido epico y asombroso hacia la farmacia mientras sentia la muerte en vida. Sus ovarios no solamente estaban muriendo, sino que, aparentemente, pensaban que si ellos morian, la matarían a ella desde adentro, pero afortunadamente iba a la farmacia, por lo que podría comprar unas pastillas que la ayudaran un poco. En el inicio de este parrafo mencione que esto era un recorrido epico, ¿cierto? Bueno, ustedes saben que yo no les mentiría.

Este dolor solo le hizo pensar en porque estaba caminando. Solo pudo pensar en el chico que ahora la necesitaba. Necesitaban esas pastillas. Ambos. La chica necesitaba pastillas que detuvieran aquellos calambres internos, y él necesitaba pastillas que terminaran con su temporada de celo. Ambos dependían en sí misma, por lo que no tenía tiempo de quejarse o siquiera pensar en su dolor.

Ahora que lo pensaba, ¿Los anteriores dueños de Katsuki le daban pastillas? ¿Siquiera sabían cuando estaba en celo? ¿Le permitían desquitarse o algo similar? o ¿solo lo dejaban en aquel dolor y calor constante que lo volvía loco y lo quemaba? Seguramente era la última opción ya que no les importaba el bienestar del rubio. Con tan solo considerar que lo habían dejado en un callejón lleno de basura para morir, era evidente el hecho que poco les importaba la salud de su peleador estrella.

Todos los que la veían tenían bastante evidente el hecho de que no se sentía nada bien. Sus piernas flaqueando y ambos brazos rodeando su abdomen demostraba el hecho de que estaba pasando un mal rato al caminar por las lluviosas y desoladas calles.

El dolor de la chica era tan presente que tres chicos a la lejanía notaron aquellos detalles perfectamente, y pensando que podrían explotar aquella debilidad para usarla en su contra decidieron que ella sería un blanco perfecto para sus deseos de dinero. Se hicieron señas con las manos explicandose entre sí que ella sería la siguiente por lo que tendrían que comenzar a moverse si querían obtener algo de ella. Iban a retenerla en el callejón en el que ella había entrado.

[...]

Tres jóvenes frente a ella. Cabellos pelirrojos, cafés y azabaches. Tres pares de ojos mirando directamente a los orbes zafiro que ella poseía. La rubia pasó una de sus manos por su cabellera quitando los mechones que bloqueaban su visión, se paró derecha y ladeó levemente la cabeza. Quería saber que se suponía que hacían los contrarios. Las manos de él chico con cabellos rubios fueron a su bolsillo derecho y sacó una navaja. No tenía siquiera filo. La contraria alzó una ceja. ¿Intentaban asaltarla con ese pequeño trozo de ñordo que tenían en la mano? Número uno, estaba en dolor constante. Seguramente sus cólicos dolían mucho más que una puñalada de esa cosa. Número dos, se notaba que los asaltantes no estaban seguros de lo que hacían. No se veían, ni sentían amenazantes. Parecía como si fuese su primer robo, pero considerando que estaban tan confiados de que ella les daría su dinero, seguramente ya habían hecho eso antes.

--Hola bella damita-- Comenzó uno de ellos. Su sonrisa gatuna y su mirada tan confiada daban lástima. No había nada valiente en ellos, solo habían tres cobardes parados frente a ella.-¿Serías tan amable de darnos tu dinero?-- Hablo manteniendo aquella mirada socarrona. Sus ojos se desviaban y volvían a la chica, escaneaban y mantenían su distancia. Bien, eran jóvenes novatos para hacer eso, más evidente no podía ser. El miedo estaba hasta en sus zapatos, y estaba claro que no era de ella. Cualquier híbrido que pasara podría oler el miedo de los chicos.

Los ojos de la chica miraban a los chicos con irritación. Estaba cien por ciento segura de que no tenía la paciencia para lidiar con unos imbéciles que querían tomar el dinero que usaría para sus pastillas y las del rubio. No tenía tiempo para lidiar con unos niñatos los cuales pensaban que tenían una oportunidad para robarla.

--¿Se quitan? Tengo que llegar a la farmacia-- Dijo ella mientras alzaba una ceja. Los contrarios se vieron entre ellos, incrédulos de la poca reacción que tuvo la rubia, y en un intento de obtener lo que querían, él chico que sostenía el cuchillo se acercó a ella. Los pasos temerosos del rubio se acercaban lentamente haciendo que nuestra querida y pacífica protagonista olvidará su dolor, y lanzará tremenda patada al estómago del contrario que el cuchillo salió volando por los aires, y él chico fue lanzado a los brazos de sus amigos sin aire y completamente rendido ante la vida. Mientras ese rubio gandaya intentaba mantener el aire en sus pulmones y recuperarse, los otros dos miraban como la chica atrapaba el cuchillo del aire y los miraba temeraria.

--Les dije que me dejaran pasar. Les diré lo que harán. Ustedes volverán a su maldita universidad, obtendrán una carrera, dejarán de tomarle provecho a los débiles enfermos, se mantendrán lejos de lios, seguirán siendo amigos y terminarán una carrera donde serán miembros respetables de la sociedad. ¿Me entienden? Tienen suerte que no me interese ir a la comisaría ahora o que se hayan enfrentado contra mi sola, porque mi mejor amigo no sería tan piadoso.-- Dijo ella apuntando el cuchillo hacia el trío de ladrones. --Váyanse ahora o tendrán más problemas que una simple patada en la boquilla del estómago-- Dijo la chica.

--A menos que quieran ir a prisión les recomiendo que se vayan ahora-- Termino ella finalmente. Los chicos contrarios asintieron llenos de temor, y tan rápido como habían llegado a aquel lugar habían salido corriendo.

Seguramente se preguntaran, ¿Desde cuando la rubia había aprendido a defenderse? Siempre lo ha sabido, pero no le encantaba él meterse en líos o meter a los demás en lios. En la primaria no deseaba molestar a sus padres adoptivos con una pelea en la que ella había participado, en la secundaria tuvo el mismo problema, y finalmente en la preparatoria nunca tuvo que defenderse. Simplemente no le encantaba pelear, pero este día no peleaba porque ella lo deseara, era defensa personal basada en su apuro por ayudar a aquel chico que la necesitaba en estos momentos.

La motivación de tener a alguien siempre te da razones por las cuales pelear y seguir adelante.


¡Gracias por leer! Tengo a la profa hablando frente a mi y yo escribiendo como boluda.

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora