Capítulo 36

1.4K 183 86
                                    

—Gracias por dejarnos descansar aquí— Murmuró la chica de ojos zafiro, tomando con ambas manos una manta enrollada que Masaru le estaba extendiendo, mientras sonreía cansada. Por ahora era ella quien debía de tomar las decisiones, ya que Katsuki había perdido su compostura desde hace un rato. (Nombre) sabía cómo era el rubio cenizo, y estaba segura que en momentos como estos desearía poder explotar cada objeto de la habitación con sus propias manos, pero eso sería imposible a menos que tuviera un poder inhumano. Pfft. Poderes inhumanos.

De cualquier manera, el hombre asintió, sonriendo lleno de felicidad, pero de igual manera bastante cansado. Claramente Masaru no se sentía cómodo al decir una historia como esa, donde se denota con facilidad las atrocidades por las que su esposa tuvo que ir, pero tampoco tenía más opciones. No podía ocultar la historia de la familia, y no quería que su hijo se sintiera abandonado.

Mitsuki había pasado por demasiado al estar en la búsqueda del pequeño, y aunque ella misma haya dicho que había dejado de buscar, la realidad no podía ser más diferente. Masaru lo notaba. Cuando su hijo se perdió todos los días rezaba como si su vida dependiera de ello, compraba periódicos, leía cada una de las noticias acerca de híbridos encontrados a la deriva, e incluso salía a caminar. Era una rutina diaria. Ella siempre decía que no tenía en dónde más buscar, que había perdido las esperanzas, que su hijo estaba muerto... Pero Masaru notaba con claridad que muy dentro de ella la esperanza nunca se desvanecería hasta que no encontrara el cuerpo de su cachorro...

Gracias al cielo, no había un cuerpo que encontrar, sino un chico que recibir.

Por otro lado, (Nombre) también estaba bastante ansiosa. Le daba estrés saber qué era lo que le pasaba a todos aquellos híbridos que no tuvieron suerte, y le ponía los pelos de punta saber que, sino hubiese sido por su genética privilegiada, ella pudo haber estado en ese lugar. Ella pudo ser la que tenía que pelear todos los días en un ring. Ella pudo ser quien fuera utilizada como juguete sexual. Ella pudo ser aquella que perdiera la esperanza. Antes de que la chica pudiera seguir pensando, Masaru decidió responder.

—Son la única familia que nos queda, y nos alegra que nos hayan encontrado— Dijo él de manera calmada, mirando por un segundo hacia dentro de la habitación, para notar como su hijo estaba sentado en la cama, dándole la espalda a la puerta y hundiendo su rostro en las palmas de sus manos. —Por favor, habla con él. No quiero creer que por nuestra culpa está tan infeliz...— Susurro Masaru a la chica, reconociendo perfectamente que quien cambiaría cualquier idea errónea de su hijo era la joven frente a él. Reconociéndola como parte de la familia Bakugo. La chica sonrió tenuemente, asintió con levedad e hizo una pequeña reverencia.

—Se lo agradezco, tenga buena noche— (Nombre) dió la media vuelta, permitiendo así que ambos volvieran con sus parejas. Masaru fue a darle apoyo moral a su esposa, y (Nombre) fue a hacer lo mismo con Katsuki.

A veces las peores guerras que combates son contra ti mismo, y seguramente ambos rubios cenizos estaban yendo a través de ello, pero no tenían por qué hacerlo solos.

La habitación era pequeña, realmente hogareña. Olía a tierra mojada y césped debido al poco cuidado que había con las ventanas. La cama no estaba realmente cubierta de polvo, pero si se notaba con claridad el poco uso que tenía. El colchón era bastante grande y blando, como si fuera de una persona mayor. De hecho, toda la habitación parecía de una persona mayor. Con burós de madera oscura a cada lado, y decoraciones cosidas a mano con estambre blanco. Cada mueble de noche tenía una lámpara mediana que desprendía una luz amarillenta bastante cálida, lo cual era un verdadero alivio, considerando el miedo patológico que tenía el híbrido ante la oscuridad justo al despertar de alguna pesadilla.

La tenue y cálida luz inundaba una pequeña porción de la habitación, pero mentiría si dijera que todo se veía con claridad, ya que ante la espesa y sofocante oscuridad parecía querer abrirse camino hasta lograr envolver a ambos jóvenes. No había ningún ruido, más que la irritante serenata de un grillo, el agobiante tic tac de un reloj, y la madera debajo de ambos rechinar.

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora