Capítulo 57

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Aún tenía la sensación en sus colmillos, encajados con vehemencia en el cuello de su enemigo. El sonido que hicieron al romper la carne. El sabor metálico en su paladar. La sensación entre sus dientes, en su lengua. El chapoteo de la sangre. El olor tan peculiar... Matar una persona nunca se hace mas facil, aun menos cuando tienes que hacerlo con garras y colmillos. Con sus mismas manos. Con sus mismos dientes. Pero aun lo recordaba, la manera en que mordía. La fuerza que podía usar su mandíbula únicamente para sobrevivir.

Y, aunque haya lastimado a tantos con esos mismos colmillos, justo frente a él, había una chica que extendió su cuello, dejándolo marcar cualquier trozo de ella. Dejando que la mordiera. Exponiendo su yugular, segura de que nunca la lastimaría. Permitiéndole que sus colmillos marcarán su camino de manera sensual.

Había escuchado tantos gritos en su vida. Habían cicatrices en su alma que pensó nunca poder reparar... Pero los gemidos de (Nombre) debajo de él... Esos mismos causados por sus colmillos, parecían poder curar cualquier cosa que haya pasado antes.

Su pelaje estaba crispado, mientras que su esponjosa cola se movía de un lado hacia otro. Había soñado con este momento por tanto tiempo. Hubo tantos meses. Tantos periodos de celo donde deseo poder tocar la suave piel de la joven justo como la tocaba ahora.

Cuando sus labios se juntaban, cuando sus lenguas danzaban entre sí, sus manos recorrían la cintura de la joven. Podía escuchar sus suspiros satisfechos. Sus ojos se cerraban, y por una vez en su vida (Nombre) se dejaba llevar por las sensaciones que la recorrían como electricidad.

El vapor que emanaba de sus cuerpos parecía quemarlos.

La chica gemía, y se olvidaba de ese mundo que había sido tan cruel con ella, solamente porque los gruesos y largos dedos de Bakugo se introducían por su entrada, una y otra y otra vez. La manera en que ese hombre la estaba haciendo ver las estrellas debería de ser ilegal.

Pero sus dedos recorriendo dentro de ella no eran suficiente. Quería más. Pero la manera en que la tocaba, la manera en que apretujaba sus pechos, o mordía su cuello; la manera que pellizcaba sus pezones y jugueteaba con ellos; la manera en que succionaba como si fueran la cosa más deliciosa y maravillosa del mundo la volvían loca.

Pero, tan bien como se sentía, el pensamiento de que Bakugo tenía que lidiar con una erección solo, mientras ella se complacía al balancear sus caderas contra los dedos bruscos del contrario se sentía como un pecado. Pero no podía parar. No quería parar. Quería más. Mucho más.

[...]

La joven abrió sus ojos. Sus cabellos, esos rubios y brillantes, desordenados de una manera que nunca antes los había visto. Ambos habían caído dormidos, sudorosos y sin limpiarse mucho que digamos, por lo que, en la mañana siguiente, ambos pagaban las consecuencias. No era agradable, su cabello estaba grasoso, su piel levemente pegajosa, y sentía como si tuviera maquillaje en su rostro, incluso cuando había limpiado su rostro varias veces con pañuelos.

A pesar de esto, con solo recordar la noche anterior. Todo lo que había pasado. Las sensaciones ardientes en su piel. El placer que la había vuelto loca. Los sonidos obscenos resonando por la casa. La sensación de Bakugo dentro de ella. El miembro del chico dentro de su boca. Dentro de ella, golpeando contra las paredes, contra ese punto dulce y sensible que la hacía temblar y gemir como si fuera un maldito gato en celo. Dios santo, era tan vergonzoso... Pero, si era así, ¿por qué sonreía de oreja a oreja con solo pensarlo? ¿Por qué cada gramo de su ser quería repetirlo?

Había dolido un poco al principio, bueno, a quien engañamos, fue una maldita patada en los huevos. Sentía que se había partido en dos. Sin embargo, a pesar de su naturaleza tosca y ruda, el joven de cabellos cenizos había sido gentil, consolándola, besando por donde sus lágrimas caían, ayudándole a olvidar el dolor estridente en su entrepierna.

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora