Capítulo 22

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Ambos se veían, incómodos del contacto visual con el contrario, ya que las verdades que se acababan de decir eran bastante impresionantes. No es como si todos los días de tu vida logres saber que la única persona en la que confías te estaba mintiendo, pero, ahora que ella hablaba, tenía sentido. No es como si Katsuki nunca hubiera pensado que tan buena sería su vida si no hubiese nacido siendo un híbrido. Si sus padres fuesen humanos y pudiesen tener todas las ventajas que un humano. Podría haber visto a su familia más tiempo. Sus padres crecer juntos y hacerse viejos. Acurrucarse en una cama todas las tardes, texteandole a sus amigos como aborrecía la escuela... Eso era mejor que una celda donde tenía que  alistarse para otra pelea. 

Sería hipócrita si es que no admitiera ese hecho, y no podía juzgar a la contraria por haber ocultado su mitad canina, ya que, si él pudiera hacerlo, también lo haría. La libertad de ser un humano. La libertad de no ser distinto… Eso significaba libertad en este mundo, ¿No? Siempre que uno es diferente tiene miedo de ser quien es, porque este mundo no preserva lo que es diferente…

—Hace un jodido segundo dijiste que… Tú compartías muchas cosas con un maldito híbrido, ¿No? Te refieres a que... Diablos, que...—Comenzó el chico, indeciso de seguir hablando o no. Sus ojos, pegados a la chica la ponían un poco nerviosa, pero no tanto como para no lograr responder a aquella pregunta. Después de cerrar sus ojos por un segundo, la rubia de orbes zafiro sonrió levemente y comenzó a hablar nuevamente, lista para decir algo respecto a lo que ella creía que el rubio pensaba. 

—Si. Entré en mi época de celo en el supermercado, y lo que dijiste que olía increíblemente bien era yo…—Dijo la chica un tanto avergonzada, recordando aquel momento tan vívidamente. El chico olisqueaba tan cerca de ella que comenzaba a ponerla nerviosa, considerando que podría descubrirla. De hecho, incluso el joven que los atendió se había dado cuenta. La seguía con la mirada. Incluso se relamió los labios, cosa que no hizo otra cosa más que poner a la chica aún más incómoda. No podía creer que ese tipo, incluso cuando su olor estaba mezclado con el de un espécimen macho, pudiese tener aquella asquerosa y tenebrosa reacción.  

—Tu ropa hacia que los otros hibridos no se acercaran, bueno, por lo menos no demasiado para ponerme en riesgo; además de que estabas a mi lado.— Dijo la chica, recordando vagamente el sentimiento de alivio que sintió cuando el rubio dio un paso hacia enfrente, tomando su mano y cubriendo levemente a la chica con su cuerpo. Los orbes del rubio habían fulminado a aquel asqueroso ser que los estaba atendiendo detrás de la registradora hicieron que la amenaza se fuera y el extraño tragara duro. Finalmente el chico se concentró completamente en su trabajo. De cualquier manera, el tacto cálido del chico en su mano la estaba volviendo loca en aquel momento. Era muy poco contacto físico. Quería más. Pero logró controlarse.  

—Tus feromonas impregnadas a mis hormonas hacían parecer que yo era tu pareja. Muy loco, ¿no? Pero me alegra que lo hayas descifrado por ti mismo. Siendo honesta pense que tendria que explicartelo.—Comentó (Nombre) mientras suspiraba aliviada. Evidentemente, aún no se daba cuenta de que había explicado el acontecimiento de cualquier manera, incluso cuando ella esperaba no tener que hacerlo. Una distracción que dejó al rubio aún más anonadado. 

—¿Que mierda?— Volvió a preguntar. —¿El puto mercado? ¿Lo de hace dos malditos días? ¿Por eso el bastardo de la miertera registradora estaba siendo un jodido...?— La contraria, confundida por aquella reacción, solamente alzó una ceja intentando entender. Poco faltó para que cayera en la realidad. El no lo había notado, ni siquiera ahora que explicaba. Ni siquiera lo había pensado seguramente. 

Katsuki, quien aún recordaba aquel delicioso y atrayente aroma solamente cubrió su rostro con una de sus manos, sintiendo como el rojo invadía su rostro tan rápido como invadía la cara de la contraria. Ese olor que deseaba tener tan cerca como pudiera, ponerle las manos encima y comer no era un producto del supermercado. No era un que, era un alguien, y eso lo avergonzaba. No podía creer que (Nombre) haya logrado mantener la calma después de que él le dijo que era un olor delicioso y atrayente. 

¿Cómo mierda pudo mantener la calma después de que él hubiese estado buscando ese olor por todo el jodido supermercado, moviendo malditas cajas de golosinas para intentar encontrarlo? ¿Por eso ella estaba tan ansiosa por mantenerse dentro del centro comercial? ¿Por eso se negaba a alejarse de las pilas y pilas de comida que estaban a su alrededor? Había dado la excusa de que deseaba perder peso, y por eso leía cada uno de los ingredientes dentro de cada una de las galletas que tomaba, decidiendo cuáles serían las mejores, preguntando de vez en cuando si estaba dispuesto a comer galletas veganas. Eso explicaría que, media hora después, la chica haya tomado el paquete de galletas que siempre llevaban sin siquiera leer la etiqueta. 

Aún recuerda la reacción que había tenido. Estaba demasiado enojado porque tardaron media hora escogiendo entre decenas de galletas para, al final del recorrido, tomar el paquete de siempre. Media hora en la que la píldora comenzaba a surtir efecto, seguramente.    

Tantas maldiciones que había dicho por debajo de su aliento cuando se iban, mientras cargaba con las compras en sus manos, justo como la chica que caminaba a su lado con una pequeña y tenue sonrisa. Seguramente porque había logrado su cometido: confundirlo para hacerle pensar que lo que su olfato estaba buscando, y lo que él deseaba poseer y degustar con aquella desesperación, era solamente una golosina, y no la chica a su lado. 

Había sido un movimiento astuto de parte de la chica, y, por esa misma razón, no podía creer que ella misma haya escupido la sopa de aquella manera tan inocente y tonta. 

Solamente iba a preguntar si alguna vez logró oler las emociones que él sentía cuando estaba a su lado, o si podía sentir cuando estaba teniendo una pesadilla, y por eso despertaba justo a tiempo para consolarlo, pero ahora… La respuesta nada relacionada con su pregunta, le había causado más dudas. 

¿Qué pasará cuando tenga el siguiente celo? ¿Ella fue quien se terminó sus suplementos y por eso se quedó sin pastillas aquella vez sin siquiera darse cuenta? ¿Por eso fue a la farmacia sin quejarse? ¿Fue porque sabía perfectamente que era su culpa? 

Habían tantas preguntas, y tan pocas respuestas. 

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora