Capítulo 31

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Las chica puso la mitad de su cuerpo en la mesa, recargando su frente en esta mientras ponía ambos brazos en su abdomen, haciendo un poco de presión en este. Su cabello se esparció por la mesa, a lo que el rubio únicamente tomó las bebidas con una mano y el pastel frente a él con la otra para que la chica no se manchara de nada y para que las cosas no se llenaran de cabellos rubios.

(Nombre) soltó un quejido contra la madera de la mesa, haciendo que el contrario alzara una ceja. Sabía que (Nombre) amaba ocultar su rostro cuando se veía como un pequeño tomate, pero esta manera era un tanto repentina y extraña, más que usualmente.

Parecía como si ella hubiese perdido toda su fuerza después de ver como Katsuki se ponía el anillo de aquella manera. Las esponjadas orejas del mitad pomeranian se levantaron rápidamente al escuchar como la respiración de la contraria se hizo irregular, y su cola se sacudió con el simple pensamiento de que él le había quitado el aliento. Más allá de eso, el ritmo acelerado del corazón de la chica lo ponía a él también nervioso. 

No había pensado mucho respecto a cuando se puso el anillo, pero al analizarlo no podía evitar preguntarse... ¿Había sido eso como una propuesta de matrimonio? No, no podía ser, era muy pronto, ¿no? ¿Cuánto tiempo tiene que esperar una persona para hacer algo como eso? ¿Había siquiera un aproximado? ¿Cómo podía asegurarse de que ella quería pasar el resto de su vida con él? ¿Cómo decides compartir una vida con alguien más? Ugh. Estas cosas de humanos son tan complicadas. Siempre había sido criado para pensar que moriría muy joven, que lo único que vería el día de su muerte sería nada más que un día más. Un día en el que lo meterían al ring para verlo pelear, y moriría en ese mismo ring después de una mala pelea. Lo dejarían ahí, ahogándose con su propia sangre, porque él no es más que un animal. no es nada más que una bestia y un animal no comparte tradiciones humanas.

Ahora era capaz de hacer tantas cosas. Su simple rutina diaria, tan cotidiana como siempre, y esos pequeños privilegios que parecerian nada le hacian sentir felicidad y tranquilidad. Él despertaba todos los días para hacer un desayuno balanceado, hacía ejercicio para mantenerse en forma, salía a pasear cuando le apetecía, leía tantos libros como estuvieran a su alcance, tenía un teléfono para él solo, y una habitación en la que casi nunca dormía, una chica leal y amable a su lado, y nada más que una vida que finalmente le pertenecía a él.

Aunque su vida le perteneciera a él solamente, no podía evitar desear compartirla entera con la chica. Pero es difícil decirlo. 

Era difícil dejar de lado su orgullo para recalcar que ahora su hogar estaba a su lado. ¿Ella podría querer algo como eso? Eran muy jóvenes, seguramente sería muy apresurado pensar al respecto ahora, pero al mismo tiempo tenía cierta lógica. Ya habían vivido juntos por un par de años, prácticamente conocían todo del contrario, pero aún así los días resultaban fascinantes y entretenidos. Siempre había algo nuevo que ver o hacer. De vez en cuando necesitaban tiempo para sí mismos, pero ambos se entendían y operaban como las manecillas de un reloj, de vez en cuando esas manecillas deben apuntar a las doce juntas, y otras simplemente había que separarse. 

Como el sol y la luna. Los eclipses se hacían preciosos y especiales, y los días lejanos les hacía recordar cómo se complementaban cuando estaban juntos. Al final de la temporada, ambos se reencontraban y pasaban tiempo juntos.

Como una danza. Tomas las manos del otro y luego tienes que alejarte por unos segundos de la canción para dar un par de vueltas por ti mismo. 

Eran como muchas cosas, pero al final del día, cada una de ellas era hermosa.  

—¿Estas bien?— Pregunto el chico, poniendo una de sus manos en el pelo de la contraria, intentando que ésta levantara la mirada y lo viera, pero, en su lugar, simplemente soltó un quejido. Eso no era nada bueno. 

La joven levantó la mirada. Aquellos inmensos y preciosos ojos zafiro tenían lágrimas a los costados, y el rojo en las mejillas de la chica hacía parecer que esta tenía fiebre, era tan extraño que haya sido tan repentino. Finalmente, las manos de (Nombre), temblorosas y un tanto desesperadas, abrieron su bolso, y buscaron dentro por algo. Katsuki alzó sus orejas, un tanto alerta de lo que la chica quería hacer. 

—Tenemos que--irnos ahora— Dijo la chica dejando el dinero de la comida violentamente en la mesa, mientras se levantaba como resorte y comenzaba a caminar apurada con sus piernas temblorosas. 

[...]

—¿Qué mierda sucede?— Pregunto el rubio desde fuera de la puerta realmente preocupado por la chica, quien se había encerrado dentro de su habitación en cuanto llegaron a casa. Finalmente, y, después de que el aroma a café haya desaparecido de su subconsciente, logró percibir un nuevo olor. Era dulce. Embriagante. Era un olor delicioso y familiar. —Joder. Estas e--en— comenzó el rubio, pero no pudo terminar al escuchar como la contraria buscaba fervientemente por algo entre sus cajones. 

—¡No está, no está, no está, no hay, no hay nada!— Podía escuchar el contrario. Los murmullos de la joven, quebrados y desesperados, viajaban por toda la habitación. 

—¡Joder, (Nombre), ¿qué está pasando, maldita sea?!— Dijo él, demandando una respuesta de parte de la contraria. No podía decir que aquel delicioso olor no lo atraía, y de hecho, comenzaba a quitarle el aliento, pero no había tiempo para pensar en instintos, era tiempo para pensar en el bienestar de aquella joven que, por ahora, seguía encerrada en su habitación. 

—No tengo los suplementos. No hay, no hay. Se acabaron— Decía la chica. El contrario, suspirando levemente, decidió que no tenía tiempo para esto, por lo que, siendo quien es, pateó la puerta de la habitación y entró de cualquier manera. (Nombre), quien evidentemente no se esperaba dicho suceso, únicamente vio como su peor pesadilla se hacía realidad: Estaba en la temporada, y había un chico cerca, y no era cualquier chico, era el chico.

—N--No, no, no, no. Saca tu esponjosa cola de aquí y tu cuerpo moreno de tentación. Da media vuelta y--— La chica dejó de hablar, y solamente comenzó a temblar. Temblaba como una gelatina y, en lugar de seguir hablando, comenzó a retener su aliento. —T--Tu—Comenzó ella, pero no pudo seguir hablando, ya que él chico la había levantado del piso y la había lanzado abruptamente a la cama. —¿Q--Qué haces?— Hablo la joven sin aliento. El contrario, perdido en sus instintos y sintiendo de la misma manera el calor apoderarse de su cuerpo, solo vio a la chica y no dijo una sola palabra. No sabía qué hacer. Tenía que seguir lo que su parte animal le mandaba, pero dentro de si deseaba parar, porque no podría perdonarse de hacer algo así. No con ella. No podía permitirse traicionar su confianza.  

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora