Capítulo 37

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Los días de invierno pasaban por aquella ventana. La vida parecía finalmente sonreírle a la familia Bakugo, y (Nombre) podía notarlo con claridad. La mujer cantaba cuando caminaba entre los pasillos, moviendo las caderas en un baile que ella misma creaba con cada paso nuevo que daba. Lo que antes era una casa llena de silencio y calma, ahora parecía ser una morada llena de felicidad y emoción. El hombre parecía recuperar su afinidad por la creación de nuevas prendas, ese lápiz de grafito no solamente pasaba inútilmente por una hoja en blanco, esta vez cada pequeña línea estaba planeada con cuidado y claridad. Lo que alguna vez era un escritorio rodeado de hojas blancas arrugadas y desechadas, ahora parecía ser un almacén interminable de hojas y hojas llenas de color y creatividad.

Todos se veían tan felices. Era como si nunca los hubieran separado. Como si estar juntos fuera lo que le daba sentido a sus vidas, y por ello mismo (Nombre) no podía sentirse más miserable. Ella veía con claridad como Katsuki se sentía alrededor de sus padres, como parecía un niño pequeño el cual solo quería la aprobación de ambos. Las tardes de lectura habían cambiado a serenos días en los que trabajaba en los cultivos que habían fuera de casa, días en los que iba al supermercado con su madre y hablaba de recetas nuevas.

De vez en cuando, mientras nuestra querida protagonista de cabellos dorados hablaba con Masaru acerca de creaciones literarias, ideas nuevas para proyectos, o del gobierno, se escuchaban con claridad los estruendosos y encantadores gritos que ambos rubios intercambiaban.

"¡Que me pases la sal, maldito renacuajo del mal! ¡¿Para que mierda tienes esas tremendas orejotas si no las usas?!" Gritaba la voz de su suegra, haciendo que Masaru volteara la mirada, dirigiéndola por un segundo a la dirección en la que está la cocina de la casa.

"¡¿Estas tan vieja que ya ni siquiera puedes caminar dos putos pasos por ella, o tan vieja que hasta la vista te falla para ver que tengo las putas manos en la masa, joder?!" Respondería su novio. Inevitablemente, Masaru y ella terminarían levantándose de su asiento, apresurándose a la cocina para evitar un asesinato. Habían muchas cosas que podías decirle a Mitsuki, pero vieja no era una de ellas.

En la hora de la cena familiar todos compartían historias. Usualmente (Nombre) se mantendría al margen, intentando no decir demasiado, y dejando que su novio disfrutara con calma la velada. Sabía perfectamente que él aún tenía mucho que contarles y decirles. Ni siquiera una vida entera podría ser suficiente para que los Bakugo dejaran de hablar acerca del pasado, presente y futuro después de estar separados tanto tiempo.

Eran una familia encantadora, no había manera de negarlo... y ¿qué derecho tenía (Nombre) de separar esa familia?

Mientras todos conversaban y reían tan felices juntos, nuestra querida protagonista seguía preguntándose cómo diablos iban a despedirse... Las vacaciones no son eternas, y debían de volver a Tokyo... Bueno, no debían. Ella tenía que volver, Katsuki, por otro lado, no tenía ninguna obligación de hacer una mierda.

Katsuki y (Nombre) habían venido como una visita durante las vacaciones en la universidad de la chica, esperando encontrar algo y no quedar a la deriva. Ahora que lo habían encontrado, ¿cómo iban a dejarlos ir? ¿Cómo Katsuki podría tener la voluntad de irse? Digo, mierda, el rubio se veía tan feliz, que sería un maldito sacrilegio separarlos nuevamente... ¿Por qué (Nombre) era la responsable de reventar esa burbuja de felicidad en la que todos parecían estar? Todos menos ella.

Ya lo habían alejado de su familia una vez... (Nombre) no quería repetir el mismo error... La joven no quería ver cómo el amor de su vida iba con ella solamente por sentirse obligado. Sabía que el chico estaba muy acostumbrado a intentar pagar deudas que nunca existieron, y por ello mismo comenzaba a ponerse más nerviosa. (Nombre) no quería que Katsuki se alejará nuevamente de las personas que ama... No cuando ella seguramente era la razón.

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora