Capítulo 48

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No había ninguna luz a la redonda. Era solo una casa en lo profundo del campo, inundada en la oscuridad y embriagada por la paz. Katsuki había sido capaz de ver la construcción por dentro, y estaba seguro que no era una estructura impresionante. Era como cualquier otra casa, únicamente que más decrépita. Prácticamente cada rincón del lugar tenía polvo, y el paso lento pero seguro del tiempo era visible en la pintura corroída y opaca de las paredes, mientras que el dolor y sufrimiento estaba grabado en las paredes, con aquellos marcos y fotografías volteadas, como si (Nombre) se hubiese tomado el tiempo de darle la vuelta a cada una de estas, ansiosa y asustada de ver el pasado.

Aunque le hubiese encantado husmear un poco más para encontrar pequeños detalles y cicatrices de la construcción—los cuales podrían decir más que mil palabras acerca de la historia del lugar—la joven lo comenzó a guiar hasta la puerta corrediza trasera del lugar. Ambos salieron, no sin que antes la joven tomara una botella de alcohol, el cual tenía un olor fuerte y desagradable. Ambos caminaron por unos segundos, recorriendo por la vieja y desgastada madera del piso la cual, ante cada nuevo paso, hacia un rechinido. Con calma, la joven se sentó en los escalones del porche trasero, siendo seguida de cerca por el contrario, quien repite la acción. Solos los dos, en la calma y oscuridad de la noche, con muchas cosas que discutir y aún más cosas que reparar.

Katsuki, aunque había estado realmente exhausto antes, no pudo evitar olvidar por completo su cansancio con la simple duda de que sucedía. Quería entender por qué la joven le estaba poniendo tanto misterio a todo. ¿Por qué no le hablaba? ¿Por qué sólo lo estaba guiando con señas y gestos hacia unas escaleras detrás de la casa Nishiro?

Ambos se sentaron, uno al lado del otro. Ni siquiera se molestaron en mantener la distancia entre ellos, por lo que sus brazos y piernas se tocaban sutilmente.

La chica ni siquiera se tomó la molestia de ver al contrario, actuaba como si no existiera, y eso le ponía los pelos de punta al pobre chico. Ella únicamente alzó su vista, dejando que sus preciosos ojos zafiro fueran iluminados por la sutil luz nocturna. No parecía tener ningún apuro para hablar, por el contrario, parecía únicamente disfrutar de la vista, y como la brisa acariciaba encantadoramente sus rosadas mejillas, ondulando su cabello.

Katsuki únicamente mantuvo su mirada rubí en la chica, esperando. Diablos, siempre estaba esperando.

—Pensé que nunca vendrías después de lo de anoche— Soltó de repente. ¿Anoche? No había estado ahí la noche anterior. ¿Por qué mierda todo tenía que ser siempre un puto acertijo? ¿Qué mierda significa eso? ¿Qué quería decirle? Maldición. Katsuki, en lugar de decirle todo lo que pensaba, tomó un buen respiro, calmándose un poco. Frunció un poco el ceño, demostrando claramente su confusión, pero mantuvo el silencio, aguardando por más información. —Dijiste cosas hirientes y luego te desvaneciste— La chica hizo una pausa, tomó un trago de la bebida directamente de la botella y luego volteo a ver al chico por un segundo. —No me gusto que te fueras.—

Hubo otro lapso de silencio, donde nuevamente se repetía el proceso de ver al cielo, e ignorar al chico, pretendiendo que no existía. Todo estaba tan callado, que el chico incluso podía escuchar cómo su corazón latía como si fuera un tambor. Odiaba el campo por esa razón, odiaba ser capaz de escuchar sus pensamientos, comparado con la gran ciudad, pero al mismo tiempo no podía ignorar el sentimiento tan agradable que era el oír con claridad como los grillos daban su corazón en una serenata de amor, o como las aves volaban. Amaba y odiaba el campo, todo a la vez.

La chica suspiro.

El alcohol realmente es una perra.— El rubio cenizo suspiró. Si decía eso, sería mejor que lo dijera y dejara de tomar, no que le diera otro trago a aquella botella de vidrio. —Cuando me dieron los papeles de la casa diciendo que el testamento de mis padres me lo entregaba todo a mi y a mi mellizo pensé que moriría. Yo no quería ninguna propiedad. No quería ninguna cosa. Solo quería saber quiénes eran ellos. Cómo eran mis padres. Cómo se veían al sonreír, o al estar preocupados.—

Katsuki no era tonto. Sabía a la perfección que el alcohol era un depresivo. Era completamente distinto a la cafeína, la cual la chica tomaba todo el tiempo. Ella estaba triste, y el alcohol solo hacía que ese sentimiento de melancolía y miseria se incrementara a cada trago que diera.

—Ayer te dije que me encantaban ver las estrellas. En lugar de preguntar "¿Por qué?" dijiste algo cruel que me merecía, y te fuiste...—La voz de la chica, aunque levemente entrecortada, no estaba realmente rota. Era evidente que arrastraba las palabras, pero no estaba llorando. No aun. Olía a tristeza... Ese olor era familiar... Tal vez no era tristeza. Tal vez era ese olor que lo había recibido el primer día que llegó al departamento de la chica: Fresas, vainilla y soledad.

Joder— Murmuro el chico bajo su aliento. —¿Por qué te gusta ver las estrellas?—

La chica volteo a ver al joven a los ojos, su ceño entre-fruncido y sus ojos bien abiertos, tal vez porque intentaba combatir el sueño provocado por el alcohol, tal vez para verse mas tierna, o tal vez para verse más temeraria y determinada. Todas eran posibilidades, pero ninguna tenía una respuesta en específico. Nuevamente un silencio sofocante, el cual, aunque duró alrededor de un minuto, pareció ser una eternidad.

—¿Sabes que son las estrellas, señor alcohol?— La joven comenzó, —Son bolas de fuego a miles de millones de kilómetros de la tierra. Nacen, brillan, mueren. Cuando mueren, brillan una última vez, más resplandecientes que alguna vez pudieron en una supernova, y su polvo forma nuevas cosas al final. Es casi como los humanos. Naces, vives, y en tu muerte es el único momento en el que la gente ve realmente todo tu potencial...—

Katsuki alzó sus orejas. Estaba confundido. Eso sonaba realmente profundo, y al mismo tiempo deprimente.

—Lo mejor acerca de ellas es que no importa en qué lugar del mundo estés, todos los que te importan pueden verlas. Lejos de aquí, cruzando las montañas, los bosques y las ciudades está el chico que amo, tal vez viendo las estrellas.— La chica jugó con la botella de alcohol, haciendo círculos con esta, mientras veía atentamente como el líquido cristalino hacia un remolino dentro del cristal. —¿Quién sabe? Tal vez incluso está viendo la misma estrella que yo,— La joven rió. Era de esas risas amargas que provocan vuelcos en corazones, y estrujaban el pecho del pobre chico.  

Joder 


Les dije que las leería mañana, ¿No? Ayer me puse a escribir el siguiente capítulo en cuanto termine el anterior. ¿Qué les puedo decir? No había escrito dos semanas, las letras comenzaron a desbordarse de mi corazoncito. Estoy en vacaciones de una semana, tal vez escriba mucho, o termine los ensayos para la universidad. Que nervios, ya hablo de la universidad. ¡¿Por qué estoy creciendo?! Me estoy poniendo ansiosa de solo pensar que podría estar, o seis horas lejos de mi casa, o veintinueve, en un país que no habla español, yo sola, en los dormitorios de la universidad. 

¿No les emociona saber que me han visto crecer por ya casi cincuenta capítulos, no sólo como escritora, sino como un ser humano? Bueno, whatever. 

¡Shi No Tenshi Itte Iru!  

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora