Capítulo 52

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Cuando (Nombre) se fue, pensó que me rendiría. Que me quedaría en el margen de las páginas de ese libro que ella llama vida para nunca más molestarla. Pensó que me quedaría lejos, olvidando esa “miertera” vida “aburrida” y “monótona” que me había dado, pero claramente no fue de esa jodida manera. Digo, ¿Qué clase de desgraciado podría llamar miertera, monótona o aburrida a la vida que (Nombre) me dió? No recuerdo un día en que mi vida fuera aburrida. Había días simples en los cuales me quedaba en el departamento, leyendo el periodico de manera lenta, o cocinando algo nuevo, pero no hubo un solo momento en que mi vida fuera aburrida. 

No existe un maldito segundo el cual mi jodida mente quiera cambiar. Ninguno. Ni cuando peleabamos por tonterias como quién se terminó la comida de un paquete y dejó por ahí el empaque, o cuando peleamos por cómo cocinar un pollo frito entero. No cambiaría ningún argumento, ninguna pelea, ningún mal momento a su lado. No cambiaría ni siquiera un segundo, porque en cada momento en que veía sus ojos, o escuchaba sus tarareos, o cuando recibía sus mensajes podía sentir algo nuevo que nunca antes había experimentado.  

En mi vida nunca había querido tanto algo, hasta que la conocí. Mis padres lo entienden. Ellos entendían a la perfección que los amaba, y que no importa en qué parte del mundo estuviera yo seguiré amándolos, tan jodidamente meloso como eso sonara. 

No tenía que quedarme con ellos. Estaba satisfecho con dejarles saber que estaba vivo. Que su pequeño cachorro estaba vivo, respirando el mismo aire, y viviendo una vida maravillosa al lado de la mujer que amo. Eso era lo que quería mostrarles a mis viejos. 

Simplemente quería presumir que ya no era un niño el cual no pudo pelear contra unos matones. Ya no era un adolescente torpe que tenía que pelear por sobrevivir un día más. No era un simple animal que imploraba por una nueva vida. Yo era un hombre que había conseguido todo lo que podría haber deseado. 

Quería borrar aquella culpa que seguramente los había carcomido por años. Quería brindar felicidad a la maldita familia Bakugo de una vez por todas… pero eso no pasó. No paso porque la mujer que amo es una desgraciada que no importa cuantas veces le diga que la amo, o cuantas veces le muestre que es la persona más importante para mí, siempre pensará que mis palabras son malditas exageraciones.

Cuando ella se largó dejándome en la casa de mis padres como si fuera nada más que un animal, o una cadena en su tobillo de la cual finalmente había encontrado la llave, no pude evitar comenzar a poner mi puto cerebro en marcha, analizando las posibilidades de lo que pasaría. De lo que había pasado. De por qué se había ido. Ella me mintió, diciendo que ya no me amaba, y yo en un instante me creí esas palabras, a pesar que cada jodida acción contradijera lo que sus labios afirmaban. 

Pensé que me había ayudado porque quería presumir algún tipo de moral de mierda, una la cual le permitiría colgar una jodida medalla alrededor de su cuello. Pensé que había atravesado tantos problemas únicamente para, al final, gritarle al mundo “Hola, extras de mierda, ¿adivinen quien acaba de salvar un animal herido e indefenso? Efectivamente, ¡yo! ¿Adivinen quién lo abandonará como si fuera un simple trozo de basura? ¡Exactamente, yo! 

“¡Ey! No pueden juzgarme. Era por su bien. Yo soy la que debe decidir qué es lo mejor para él, porque, claramente, este bastardo no podría decidir por sí mismo lo que quiere. Yo sé a la perfección qué es lo que necesita. Claramente él no tiene por que tomar decisiones propias. No tengo que tomar en cuenta sus sentimientos, siempre y cuando pueda quitármelo de encima, ¿no? Digo, lo deje donde debería de estar desde un inicio: con sus padres, en un pueblito de mirda, viviendo una vida que ni siquiera fue capaz de escoger por sí mismo.”

Claramente eso no había pasado. Demonios, y gracias al jodido cielo que eso no había pasado. Pero se sintió de esa manera. Ella ni siquiera quiso escuchar mi respuesta. Sólo se fue. Sólo me dejo atrás porque tenía miedo de pelear por mí. 

Esos putos libros que dicen “abandona lo que amas” habían entrado muy dentro en su jodido cerebro, porque aparentemente había tomado al pie de la letra dichas palabras. Yo la quiero a ella. Dios santo, lo he dicho tantas desgraciadas veces que comenzaba a sacarme de mis casillas tener que repetirlo. Ella es lo que quiero, así que fui a buscarla. Fui a pelear por ella, como mi padre y madre habían hecho antes que yo. 

Entonces la encontré. 

Y, finalmente, podremos hablar acerca de que rayos esta pasando, porque, francamente, estoy cansado de tantas putas adivinanzas, y juegos estúpidos. 

[...]

—¿Cómo me encontraste?—

—Soy un jodido sabueso, ¿qué otra cosa esperabas?— Soltó a regañadientes. Su voz, rasposa y fuerte hizo que (Nombre) no pudiera evitar pensar acerca de qué tan aliviada estaba de lograr escucharlo nuevamente. Realmente le gustaba. Realmente lo quería, pero… él le había dejado en claro que todo se acabaría si se iba de aquel puente en aquella ciudad tan lejana. Y ella se alejó. Ella, a pesar de los lloriqueos y palabras de confusión del contrario, decidió dar una vuelta de ciento ochenta grados, y escapar en el primer taxi que encontró. Inclusive vió de reojo como el chico tiraba al agua aquel anillo de oro blanco. 

Todo se había acabado hace semanas… Entonces, ¿qué diablos hace aquí? 

—No tenías que venir—

—¿Querías que me quedara lejos? ¿En serio?— Pregunto casi soltando una risa de satisfacción ante aquellas palabras, sabiendo perfectamente cómo desmoronar en un instante aquella oración. — Porque justo ayer me dijiste lo contrario— Gruñó él, claramente irritado. (Nombre) no pudo evitar ver los colmillos del chico cuando dijo aquellas palabras. La manera en que estos se mostraban de una manera tan amenazante, pero al mismo tiempo tan sutil en su dentadura. 

—Estaba borracha, pude decir cualquier tontería. Si hubiese dicho que vivía en Marte, ¿me hubieras creído?— 

Katsuki no intentó contestar ante esas palabras, ya que, realmente, no había manera de contrarrestar ese argumento, pero no por eso se iba a quedar de brazos cruzados, viendo como (Nombre) no solo lo estaba hiriendo a él con simples palabras, sino cómo se hería a sí misma, mintiendo de aquella manera para quitárselo de encima. Él la conocía. Sabía que pensaba, y esta vez estaba dispuesto a mantenerse calmado. Estaba dispuesto a discutir como un adulto para finalmente resolver toda esta mierda. 

—Tenias miedo, y puedo entender eso, pero dejarme así no era la manera correcta de afrontar nada de esto.—

—No lo entiendes.—

—Entonces hazme entender. Si no es eso, ayúdame a comprender, porque, maldición, que no logro entenderlo. Si no es eso lo que pasó, entonces ilumina mi puto camino, porque no me iré de aquí hasta estar satisfecho.—





¡Hola! ¿Me extrañaron? ¿A quién engaño? Claro que me extrañaron. No hay manera en que no me extrañen. Incluso yo me extraño a mi misma de vez en cuando. Yo también les extrañé. Extrañaba los comentarios, de hecho, justo antes de terminar me puse a leer los comentarios de los capítulos anteriores. 

Ughh, hay tantos capítulos de esta historia, no entiendo como pudieron leerlos todos.

Gracias al cielo ya casi termino. Casi. Bueno, los leo la próxima semana, ¡Ciao!

Híbrido!  Katsuki Bakugou x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora