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-¡Mamá!- grite mientras corría por el pasillo.

-¡Al refugio, Adeena! ¡Corre!- mi madre me tomo por los hombros y nos dirigió hacia la puerta trasera, apenas la abrió ambas salimos corriendo hacia el refugio que había en el patio trasero.

Ya estando a unos pocos metros del refugio una bomba aterrizó cerca de nuestra casa, gracias al estruendo ella y yo caímos al suelo.

Levante la vista y me di cuenta que la bomba había caído en la casa de al lado, quedé paralizada y no pude moverme debido al impacto de la escena.

-Hija no mires- escuchaba la voz de mi madre -¡Adeena levántate! ¡Ya no mires eso!-

Lo siguiente que sentí fue la mano de mi madre sobre mis ojos (aunque no tapó completamente mi visión), y su otra mano tomó mi antebrazo haciéndome levantar.

Ya estando en el refugio mi madre me abrazo mientras yo lloraba, me sentía aterrada, creía que en cualquier momento caería una bomba sobre nosotras y sería el fin.

-Solo intenta dormir, mi niña- me decía mientras me abrazaba contra su pecho -Todo esto pasara pronto-.

Al cabo de unas horas pude consolidar el sueño y quedé profundamente dormida.

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-¿Por qué no vienes conmigo?- pregunté mientras mi madre me ajustaba la etiqueta.

-Solo irán los niños, querida. Y creeme, los guardias no creerán que soy una- me dijo mientras soltaba un a pequeña risa.

No pude más y la abrace. No quería irme, no quería soltar ese abrazo, ya no quería tener a mi familia lejos.

-Puedes irte en otro tren, pero por favor vámonos las 2.

-Querida todo estará bien. Iras a la casa de tu abuelo, recuerda que siempre te a gustado pasar tiempo ahí.

-No tiene sentido, voy a estar sola. Además de que la señora McBruja estará también en la casa.

Mi madre solto una pequeña risa y se separó del abrazo para mirarme a los ojos.

-Prometeme que vas a comportarte bien.

-Siempre lo hago- mi mamá sólo me vio con cara de "es enserio?" -Está bien, lo prometo- dije mientras cruzaba los dedos detrás de mí espalda.

No pudimos decir más ya que sonó el silbato de un soldado, indicando que era hora de subir al tren.

Abracé a mi madre por última vez -Te amo, mami-.

-Yo te amo más, mi pequeña.

Después de eso me dirigí hacia el tren, una mujer reviso mi boleto y finalmente subí al vagón.

Logré sacar mi cabeza y mi brazo por una ventana, sacudí mi brazo mientras le gritaba a mi madre que la extrañaría mucho y que tuviera cuidado, ella desde lejos sacudía su mano y me gritaba que no me portara mal (claramente también me grito que amaba, pero le dio mas énfasis a el recordatorio de portarme bien).

Después de eso me fui rápidamente a los compartimentos del tren, había demasiados niños y probablemente todos se llenarían pronto (y no pienso ir de pie todo el viaje). Abrí una puerta y solo había 2 niños, así que dando un satlo acomode mi maleta en estante y me senté.

Tomé un libro que guarde en mi abrigo y comenze a leer.

No supe cuánto tiempo pasó hasta que escuche la puerta, volteé y ví a cuatro niños: Uno rubio que más alto que los demás; una pequeña niña de cabello café claro que llegaba a la altura de su barbilla y de ojos azules; otra chica de cabello largo castaño claro y también de ojos azules; y el último que era un chico de cabello oscuro con ojos castaño oscuro y unas pecas que adornaban su nariz.

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora