05

251 19 1
                                    

Su rodilla impactó contra mi cara, si no me había roto el pómulo antes, ahora sí lo había conseguido.

—¿Qué pasa, cuervita? ¿Te ha comido la lengua el gato?

Mi garganta se desgarró ante el ardiente contacto de una barra de hierro contra mi muslo, el olor a carne quemada no tardó en impregnar la habitación.

—Anda, cuervita. —su aliento estaba cerca de mi rostro, provocando que un quejido brotara de mis labios—. No llores, mejor abre la boca para que meta mi lengua, puede que te dé un pequeño descanso después de eso.

—No más, por favor —dije apretando los dientes. Volteé mi rostro hacia un lado, tratando de alejarlo de mí—, te lo suplico.

—Oh, cielos Cuervita —se burló—, has sido y estás siendo la mejor presa qué he tenido. —acarició mi mallugado rostro con su asqueroso dedo—. Estoy siendo muy suave contigo, dejaré lo mejor para el final.

Me mataría, eso era seguro. Reepicheep y la tripulación tardarían en llegar y probablemente mi verdugo adelantaría sus planes apenas los escuche venir.

—Mira, abrirás la boca de una forma u otra —se irguió, imponiéndose con su enorme figura— Tú decides qué método usar.

El pánico me invadió cuando lo vi quitarse los hilos qué sujetaban su pantalón. Sentí mi garganta cerrarse con fuerza.

—Por favor, por favor. —mis ojos se empañaron de lagrimas, esa era la única tortura qué todavía no lastimaba mi cuerpo, la que más temía.

—¿Ves que no es tan difícil? —se burló—. Te voy a besar, no quiero muecas, ni arcadas. De lo contrario voy a complacerme de otra manera.

Quise desaparecer cuando sentí su aliento rozando mis labios. Luché por no prestar atención, traté de pensar en otra cosa, pero a mi cabeza solo venían lamentos.

"Voy a morir aquí. Ya no voy a volver a Inglaterra. Ya no volveré a ver a mi tía Polly, mi tía Rachel, mi abuelo, a Edmund, mis amigos".

"No tendré la oportunidad de buscar a mi familia".

Tomaría todo de mi, me rompería y luego me mataría. Ese era su método.

Lamenté que la única cosa que dejé en casa, fue una carta insípida en contenido, sin despedirme. Lamenté que la última interacción con mi abuelo haya sido una confrontación. Lamenté que, por mi culpa, los demás sufrirían.

—La sangre hace que tu boca sea un manjar —comentó perverso al ponerse de pie—. Soy hombre de palabra y te dejaré descansar, aunque te daré un último detalle para que no me olvides.

Cerré los ojos creyendo que sería un golpe o patada, pero solo sentí un hilo de agua caliente esparciéndose sobre mi cuerpo.

Abrí un poco los ojos, solo para darme cuenta que el muy cerdo me estaba orinando.

Las lágrimas de impotencia y humillación se mezclaron con sus orines cuando el verdugo salió del cuarto donde me retenía. La humillación y el asco superaron la furia. Lo odiaba con todas mis fuerzas, pero en ese momento, el odio hacia mi misma se volvió más fuerte. Me sentí una basura.

Tal vez me merecía todo lo que pasaba.

Tal vez me merecía todo lo que pasaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora