04

286 22 0
                                    

No hablamos durante las siguientes horas, Edmund estuvo pasando el rato con Caspian, mientras yo me quede charlando con Lucy y Calinda. Seguía sintiéndome mal por ponerlo en tal situación, pero me repetía que lo hacía por su bienestar.

Aplaudí desde lejos al ver la culminación del duelo entre Edmund y Caspian, ambos habían acabado con el mismo movimiento.

La risa de Ed resonó en mis oídos como música, se veía tan atractivo y fuerte, haberlo visto pelear provocó qué ciertas zonas de mi cuerpo cosquillearan.

Sacudí la cabeza, no debía estar pensando en esas cosas.

Calinda se retiró para ir con su hermano. Edmund se acercó mientras bebía algo y tomó el lugar vacío que había dejado Calinda, justo a mi lado.

—Chicos, ustedes creen que si navegamos hacia el fin de la tierra, sólo ¿caeremos por la orilla?

—Tranquila, Lu —respondió Ed para calmarla—. Falta mucho para llegar.

—¿Eres terraplanista, amiga? —pregunté con humor.

—Ad, estamos en un mundo donde los animales hablan y donde tienes que cuidar a que lago caes o te pueden salir alas —su tono no me dejó saber si estaba enfadado o no, quise pensar que no, ya que me llamó por mi apodo y no por mi nombre—. ¿Cómo sabes que la tierra aquí no es plana?

Viéndolo así, ya no se escuchaba tan descabellado. Jamás me había cuestionado nada sobre eso, ¿sería que Narnia también pertenecía a un sistema solar como el nuestro o era el único planeta en el universo? ¿Habría un universo?

Murmuré una grosería al ver a Eustace salir por la escotilla, había olvidado que estaba aquí.

—¿Así que los dos siguen hablando tonterías? —su chillante voz no iba a callarse, recordé por que Edmund lo apodó como "Monstruo bocón"

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó Lucy, sarcástica.

—Sí, no gracias a ustedes —replicó, cruzándose de brazos—. Que suerte que tengo complexión de hierro.

Era de mencionar que estos últimos meses no dejaba de sorprenderme el parecido de actitudes entre mi novio y su primo. Edmund antes se dedicaba a molestar a los demás, pero siempre quería que lo escuchasen, lo mismo que hacía Eustece. Su objetivo únicamente era fastidiar la existencia de otros.

Irónicamente, Edmund era el que más detestaba a Eustace.

—¿Encontraste tu equilibrio? —preguntó Reepicheep al acercarse.

—¡Jamás lo perdí! Sólo fue la conmoción del cambio.

Miré a Lucy y articulé las palabras "¿Me dejas arrojarlo por la borda?", pero negó mi petición dándome un manotazo.

—Mamá dice que soy muy adaptable —siguió hablando—, gracias a mi inteligencia.

Ed levantó el vaso para tomar otro sorbo, pero estuvo a punto de escupirlo al escuchar a Eustace, provocando que Lucy y yo rieramos.

—No aseguraría que sea inteligente —opinó Reep.

—¡Les juro que cuando encontremos civilización contactaré al consulado Británico, y los denunciaré por secuestrarme!– trató de alejarse de nosotros (algo tonto, ya que estamos en un barco), pero apenas dio unos pasos chocó contra Caspian.

—¿Así es como lo llamas? —preguntó divertido— Es curioso, creí que te salvamos la vida.

—¡Me retienen contra mi voluntad!

—Eres libre de saltar e irte nadando —comenté, dudaba que alguien se opusiera si lo hacía.

Giró a verme como si le hubiese metido una bofetada, una extraña mezcla de asco e indignación.

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora