IX ⚔️

374 28 1
                                    

Me encontraba en la oscuridad, no podía sentir nada, únicamente escuchaba el sonido de agua, como si alguien pisara un charco, pero no había nadie a mi alrededor.

Sentí una presencia detrás de mí y me giré para ver, pero seguía estando sola.

–¿Quién anda ahí?

Escuche murmullos, pero no había nadie, avancé unos pasos, y solo miraba la oscuridad infinita. Sentía a más personas, pero no podía verlas, sólo escuchaba los susurros incomprensibles.

De pronto, un tirón me hizo caer hacia atrás, y la oscuridad se desvaneció.

Abrí los ojos lentamente, y lo primero que vi fue el cielo, estaba anaranjado por el atardecer; no procesé lo demás que había a mi alrededor, mi mente se enfocó en las pequeñas criaturas que tenía a mi cargo.

Traté de incorporarme, pero unas manos me retuvieron con suavidad.

–Los niños– miré desesperada a mi alrededor, y entonces los vi: todos de pie, sin rastro alguno de heridas, aunque todavía tenían lodo esparcido por todo el cuerpo, pero era evidente su aspecto completamente sano.

Fue cuando sentí las manos que me rodeaban, devolví mi vista y mire a los cuatro Pevensie, todos tenían la cara empapada en lágrimas, pero una sonrisa aliviada adornaba sus rostros.

Sentí unos labios encima de los míos, y me di cuenta que era Edmund, quien me besaba como si su vida dependiese de ello, yo le devolví el beso un tanto confundida, no entendía si seguía soñando o no.

Aún tenía sus labios encima cuando sentí los brazos de los demás sobre mi, me estaban abrazando.

Ed acurrucó mi cabeza contra su pecho cuando terminó de besarme, mientras me susurraba palabras incomprensibles a causa de su agitación.

–Hola Adita– mis ojos se colocaron sobre Peter, quien me miraba como aquella vez que creyó que Edmund había muerto a manos de la bruja blanca. –Deja de esa costumbre de ponerte en peligro.

El resto de sus hermanos rieron, pero yo seguía desorientada, no procesaba que de verdad habíamos llegado a salvo.

Me ayudaron a ponerme de pie, y fue cuando sentí resbalar algo de mi mano. Lucy lo levantó y me lo entregó con una sonrisa, era mi guarda pelo.

–Gracias, Lu.

Inconscientemente, tanteé mis bolsillos para buscar mi daga, pero ya no la tenía.

Un rugido me hizo girar la mirada, y vi a Laura (una de las haditas) con mi daga, tratando de atacar a Caspian, quien se les había acercado para ver como se encontraban.

–Oye– le llamé, ella se detuvo pero siguió en posición defensiva –No es necesario que hagas eso, aquí no les harán nada.

Laura me alzó una ceja, y miró a Caspian.

–Entiendo, pero creeme que si él fuera contra nosotros, los narnianos ya se hubieran encargado de él.

–¿De qué hablan?– preguntó Caspian.

Caminé hacia los niños, mientras me colgaba el medallion.

–Desconfían de ti, por tu ropa telmarina.– miré a Reepicheep, que se encontraba entre toda la multitud de narnianos –Reepicheep, ¿Podrías traer a Ginny y Larry?

–¿Está segura, majestad?

¿Majestad?

–¿Majestad?– pregunté extrañada –Y sí, estoy segura.

El ratón desapareció rápidamente, y corté la poca distancia que quedaba entre los niños y yo.

–Dámela– extendí la mano para que me entregará a Maggie –Esto no es un juguete– le expliqué cuando me la dio –Puedes quitar una vida con esto, además ¿en que momento te la dí?

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora