VI

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Edmund visualizó el devastador resultado cuando voló por encima del castillo telmar la noche anterior, sabía que habían perdido a más de la mitad de las tropas, pero tenía de la esperanza de estar equivocado. Había querido corroborarlo por si mismo, pero el grifo se negó a bajarlo, dando la excusa que era por órdenes de Peter y Adeena.

Adeena.

No quería imaginar en qué estado debía encontrarse su novia después de tal resultado devastador, de por sí Adeena se sentía miserable por lo que había ocurrido con Narnia, y ahora esto sólo agrandaba más su herida; solo esperaba que su chica no hubiera caído en algún estado de shock o de pánico.

Volvió a pasar su mano por su cabello en un tic nervioso, la espera parecía eterna, ya había amanecido y todavía no había señal de nadie.

Pasados unos minutos, vio las figuras de sus hermanos entrar al terreno, con Caspian y el resto de los narnianos detrás de ellos. Se puso de pie rápidamente, y vio como Lucy también salía para recibir a los demás.

–¿Qué pasó?– preguntó la menor, Edmund no había dicho ni pío sobre lo ocurrido.

–Que te diga Caspian.

–Peter…– regañó Susan.

–¿”Caspian”? – preguntó indignado –Tú no aceptaste cancelar, y aún había tiempo.

–No, y todo fue gracias a ti.– le respondió el rubio, con voz contenida –Si hubieras acatado el plan, los soldados aún estarían vivos.

–¡Y si te hubieras quedado como yo sugerí, lo estarían seguramente!

–Tú nos tragiste, ¿lo olvidas?

–Fue mi primer error.

–No, tu primer error fue creer que eras un líder para ellos.

“Desde que él y Caspian se encontraron no han hecho nada más que jugar a quien es mejor líder o mejor rey.”, al final Adeena no se equivocó, ya tendría que lidiar con sus “te lo dije” después, ahora solo quería encontrarla para poder abrazarla y sentir su cálido cuerpo entre sus brazos.

Pero antes de poder dar un paso, tuvo que interferir entre su hermano y el príncipe.

–¡YA BASTA!– les ordenó al verlos con las espadas en alto.

Pero rápidamente la atención pasó a Trumpkin, quien venía herido e inconsciente, todos se acercaron a auxiliarlo, Lucy enseguida le vertió una gota de su poción, y solo tueveiron que esperar unos segundos antes de que el soldado recobrara el conocimiento.

Pero Edmund se percató de algo: Adeena no se había acercado a ayudar. La preocupación lo invadió, pues su novia siempre era de las primeras en auxiliar a los heridos.

–¡Ad!– le llamó, esperando verla salir de entre todos.

Esperó… Y esperó.

El corazón empezó a latirle de forma frenética al no recibir respuesta alguna, se puso de pie y caminó alrededor de los demás, pero siguió sin encontrarla.

–¡Adeen!– gritó también Lucy, quien asustada miró a Peter –¿Por qué no… ¿Dónde está? Le tengo que devolver su guardapelo– su voz temblaba, al igual que la mano que sostenía la pertenencia de su mejor amiga.

Edmund caminó confundido, buscando a su amor, negandose a pensar lo peor.

Adeena debía estar ahí, siempre estaba ahí.

No hubo situación de la que no pudiera escapar, muchas veces salía herida, pero se recuperaba, esa era una de las tantas cosas que admiraba y respetaba tanto de Ad.

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora