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Habían pasado unos días desde que los Pevensie y yo habíamos llegado a la casa, tuve la suerte de llevarme bastante bien con ellos: Susan y yo compartíamos nuestras opiniones sobre los libros que había en la biblioteca; con Lucy me llevaba bastante bien, al llevarle sólo 2 años teníamos bastantes temas en común para charlar, además de que era la niña más dulce y tierna que he conocido; la convivencia con Peter era bastante agradable, siempre tenía una conversación fluida con él; Edmund era el único con el que ni siquiera hablaba, el chico se la pasaba de mal humor todo el tiempo y solo hablaba para hacer comentarios sarcásticos (algunos daban gracia, pero no me reía por haberme gritado las únicas 2 veces que hablé con él).

También descubrí que la relación entre los hermanos era bastante tensa. Es obvio que se aman, pero discutían seguido, llegue a salir de la casa en diferentes ocasiones con tal de no escuchar sus absurdas peleas.

Ahora me encontraba sentada en el pie de un árbol, estaba algo alejada de la casa, pero necesitaba privacidad para poder tomar mi clase de canto.

Narrador omnicente.

–Edmund tienes que desempacar tus cosas– hablo Peter.

El menor no quiso obedecer y prefirió salir de la habitación, pero una mano en su brazo lo detuvo.

–¿Por que nunca haces lo que te dicen? Solo desempca tus cosas– dijo con Peter con moléstia.

–¿Por qué crees que puedes mandarme? Déjame en paz– respondió safandose del agarre de su hermano, salió de la habitación ignorando los llamados de su hermano.

Camino hacía la salida trasera, abrió la puerta y solo camino en línea recta hasta alejarse de la casa.

Estaba enojado, con su hermano por creer que puede mandarle, por tener a su padre lejos y también por estar lejos de su hogar.

Siguió caminado mientras miraba el césped, iba metido en sus pensamientos y esto ocasionó que se asustara al escuchar una voz detrás de él.

–Más te vale no estar planeando nada– dio un saltito por el susto y giro en dirección de la voz, era la nieta del profesor.

La chica había llamado su atención desde que la señora Macready los recogió en la estación, la chica le parecía irritante, pero una parte de el tenia curiosidad en hablar con ella y también le parecía que aquella niña era bastante bonita (aunque jamás lo admitiría en voz alta).

–¿Por qué siempre tienes que meterte en los asuntos de los demás?– preguntó irritado.

–Niño, sé que esto es difícil, pero no veo la necesidad de desquitarte conmigo–

–No me desquito– se defendió –Simplemente eres molesta–

–Está bien– respondió mientras dejaba sus hojas a un lado –Dime que te molesta de mi, lo escucho querido niño– dijo a la vez que recargaba su espalda en el tronco del árbol.

Edmund se quedó quieto pensando ¿Qué era lo que le irritaba? La verdad ni el lo sabía, simplemente le molestó el hecho de que se le quedara viendo en el tren, pero fuera de eso no tenía ninguna razón.

No respondió la petición de Adeena y sólo se quedó mirándola, empezó a notar detalles en su cara que no había notado antes y se dio cuenta de que aquella niña era más bonita de lo que había notado antes.

–Eso creí– respondió ella –Mira Edmund, yo sé que el irte lejos de tu hogar es difícil, pero tienes a tus hermanos para apoyarte. Tienes suerte de no tener que pasar por esto solo– dijo ella a la vez que volvía a tomar sus hojas –Si quieres podemos fingir que nada paso y volver a iniciar–.

Edmund lo pensó unos segundos y finalmente respondió –Está bien–.

El chico camino y se sentó frente a la chica.

–¿Qué haces afuera?– preguntó él.

–Estaba ensayando la letra de una canción–.

–¿Cantas?–

–Sí, desde niña mis padres me inscribieron a clases–

–¿También dibujas, no?–

–¿Y tú cómo sabes eso?– preguntó ella levantando la mirada de sus hojas.

–Bueno... Es que el otro te ví dibujando en la biblioteca– dijo un poco apenado.

–Interesante– dijo mientras sonreía –Y sí, también dibujo, es algo que me gusta hacer desde niña. A ti que te gusta hacer?–

–Juagar ajedrez–

–¿Es el de torres y caballos, no?–

–Sí ¿sabes jugarlo?–

–No, he visto cómo lo juegan, pero jamás he entendido bien el juego–.

–Es fácil, mira– Edmund estaba apuntó de explicarle cuando escucharon la voz de la señorita Macready a lo lejos.

–Es mejor que volvamos, Macfastidiosa se molestara si no llegamos a la casa– dijo Adeena poniéndose de pie y extendiendo su mano a Edmund para ayudarlo a levantarse.

El chico rió y tomó la mano de la chica para levantarse.

Caminaron juntos a la casa y en el camino Aneeda le admitió a Edmund que le daban gracia algunos comentarios sarcásticos que hacía, pero que no sé rió de ninguno por haberle gritado.

Edmund solto una carcajada y le pidió a la chica que lo disculpara, ella le dijo que no se preocupara.

Entraron a la casa y Macready les dijo que la cena ya estaba servida, así que se dirijieron al comedor.

Durante la cena y antes de irse a acostar, los 3 hermanos notaron que Edmund ya no se comportaba grosero con Adeena. Sino todo lo contrario, el chico se veía bastante animado cuando hablaba con ella.






Último capítulo de relleno, ahora si se viene lo chido 👌

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora