09

163 9 0
                                    

Omnisciente.

La tensión por el comportamiento de Adeena disminuyó considerablemente después de que se disculpó con Lucy, aunque no pudieron evitar hacer una advertencia mental en que esto podría volver a ocurrir.

El viajero del alba zarpó luego de unos días de estancia en la isla de Coriakin. Parar ahí proporcionó esperanza a todos, tenían indicios, sabían a donde ir y lo que les esperaba.

Aunque como todo, había su lado negativo.

Los días de estancia fueron para recolección de suministros y buscar cualquier señal de la familia de Adeena (a pesar de que Coriakin les aseguró qué nadie más que los lords, habían parado ahí).

No hubo nada más que resignación, recorrieron toda la extensión de la isla sin obtener ningún indicio o pista. Tuvieron que retirarse con las manos vacías.

Desde entonces, todos veían aún más la tristeza y determinación marcados en el rostro de la reina Adeena. Todos convivían de manera amena, pero el habla del hada había disminuido considerablemente, pronunciado solo lo necesario.

Y una de las cosas necesarias para las que habló, fue para dar aviso que se avecinaba una tormenta; su naturaleza alada le permitía sentir ese tipo de cosas, mucho antes que los humanos.

Esa noche los azotó una tormenta qué no había parado ni siquiera catorce días después, toda la tripulación comenzaba a ponerse de los nervios, hasta Eustace Scrubb lo llegó a expresar en su diario:

"Por razones más allá de mi comprensión, seguimos los consejos de un anciano loco que nunca se ha afeitado y camina a todos lados con una bata.

Ahora estamos de nuevo en esta bañera, y perdidos en una tormenta, ¡qué bien!

Catorce días sacudidos como muñecos de trapo y sin ninguna señal de tierra. Mi único consuelo es que ahora todos se sienten tan miserables como yo

Excepto por esa insoportable rata parlante. Es uno de esos seres odiosos qué siempre ve el vaso medio lleno".

Pasando con Drinian y los reyes, ahora se encontraban todos en el despacho del primero, discutiendo su situación actual.

—Estamos varados aquí —señaló el mapa y extendió el reporte de Lucy sobre las provisiones, muchas raciones se habían caído al mar o echado a perder por las filtraciones de agua—. A media ración, el agua y la comida durarán dos semanas como máximo. Hay que regresar antes de que sea muy tarde, Majestades.

Adeena, Caspian y Ed intercambiaron miradas. Esa no era una opción, el solo mencionarlo les parecía una enorme ofensa.

—No hay garantía de que hallemos pronto a la estrella azul, no en esta tormenta —siguió Drinian—. Tratar de encontrar la isla de Ramandu es imposible, caeremos por el borde de la tierra antes de hallarla.

—O si no nos devorara una serpiente —espetó Edmund, sarcástico. Recibiendo malas miradas de todos, nadie estaba de humor.

—Los hombres se están poniendo nerviosos. Estas aguas son desconocidas, nunca recorrí mares como estos.

—Y supongo, capitán —lo enfrentó Casian, inclinándose sobre la mesa—, que usted quiere ofrecerse a explicarle al señor Rhince que no buscaremos más a su familia.

—No buscamos estrellas, capitán. Buscamos a las madres, padres, amigos, todas aquellas personas que fueron desvanecidas —agregó Ad—. Debería sentirse avergonzado de dar tal propuesta, la cual es evidente que nace desde su cobardía.

—Seguiremos adelante —dijo Drinian, tomó su capucha para salir, pero antes les dio unas últimas palabras—. Solo una advertencia. El océano a veces juega trucos con las mentes. Peligrosos.

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora