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Adeena.

Aterrizamos en la arenosa orilla y les pedí a todos que aguardaran un momento, debía explicarles de Analogaidd e Infratierra

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Aterrizamos en la arenosa orilla y les pedí a todos que aguardaran un momento, debía explicarles de Analogaidd e Infratierra. Eustace no me daba la confianza para contárselo, pero tenía que decirle también, él era quien más territorio podía explorar con mayor rapidez.

—Hay una posibilidad de la que antes no había caído en cuenta —dije finalmente, rompiendo el silencio.

Mi novio asintió para dejarme seguir, mientras que Lucy, Caspian y Eustace se inclinaron un poco más cerca, atentos a lo que diría.

—Mi familia... —Las palabras se atoraron en mi garganta, obligándome a cerrar los ojos antes de continuar—. Hay una posibilidad de que no estén en Narnia, ni en Inglaterra u otro país de nuestro mundo.

Todos intercambiaron miradas, pero no dijeron nada.

—Era un secreto en mi familia. El abuelo me contó, que no solo él y yo habíamos viajado a otro mundo.

>>Infratierra y Analogaidd. Son... son tierras a las que mi madre y mi hermano fueron. Mi abuelo nunca me dejó hablar de ellas más de un par de veces, y tal vez por eso los tenía casi olvidados, pero ahora... —tragué con dificultad—. Creo que mis padres y mi hermano pudieron terminar ahí cuando las bombas cayeron sobre su campamento.

—¿Crees que sea posible? —preguntó Lucy.

—No lo sé con certeza, pero... todo encaja. Es por eso que no hay cuerpos, por eso no hay rastro de ellos aquí, ni en casa. No puedo ignorar esta posibilidad.

Edmund frunció el ceño, procesando la información.

—¿Y cómo llegaremos a ellos? —preguntó luego de unos segundos— Es decir, ¿Mediante qué lugares u objetos es que ellos llegaron a sus mundos?

—Ahm... Mi madre fue tres veces; sus entradas fueron una madriguera de conejo, un hoyo junto a un árbol, y un espejo. De sus regresos solo sé sobre dos: mediante la sangre de un dragón y por un espejo —analicé despacio, escarbando en las profundidades de mi memoria— Mi hermano fue... una ciénaga y un puerto, regresó por esas mismas vías.

Todos callaron ante la nueva información. No los culpaba, yo también seguía encajando piezas que no recordaba.

"Sangre de dragón..." di un vistazo rápido a Eustace, quien seguía atónito por la información.

Algo en mi cantaba sobre cortarlo y revisar si su sangre me era útil. Tal vez ese había sido el propósito de que se convirtiera. Solo una pizca de sangre.

"No. Podrás detestarlo, pero sigue siendo un niño"

"No es inocente"

"Es un asno insoportable, pero jamás ha hecho un verdadero daño"

Mientras mi debate interno continuaba, era más consciente del peso de mi daga, haciendo cosquillear mis dedos.

"Solo un pinchazo"

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora