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Tal y como dijo Caspian, los telmarinos llegaron tan solo unos días después que yo, por suerte, un día antes habíamos mandado a los niños a Cair Paravel, Larry y Ginny se habían ido para protegerlos, incluso Caspian hizo que Calinda se fuera con ellos.

Nos encontrábamos en la sala de juntas, Edmund y yo estábamos sentados en una especie de escalones, mientras veíamos la pequeña discusión entre Q.A. y Peter

–Tazas y timbales ¿Ese es tu nuevo plan?– preguntó Trumpkin –¿Enviar a una niña a un oscuro bosque lleno de peligros? ¡¿Sola?!

–Solo eso nos queda.– Peter también estaba muerto de preocupación, a ninguno le agradaba la idea de que Lucy merodeara sola, pero estábamos en situación urgente.

–No dejaré que vaya sola.– agregó Susan.

Trumpkin se acercó horrorizado a Lucy, incluso vi como sus ojos brillaban ligeramente por lágrimas.

–¿No han muerto ya suficientes en esta guerra?

–Nikabrik también era mi amigo,– habló Buscatrufas –pero perdió fe. La reina Lucy no, y claro yo tampoco.

Me mostraba serena, pero por dentro estaba gritando, tenía ganas de hacer invisible a Lucy, porque si la atrapaban, sufriría el mismo destino que yo.

–Por Aslan– dijo Reepicheep, alzando su espada y haciendo una inclinación.

–¡Por Aslan!– le siguió un oso.

Todos nos miramos, resignados a dejarla ir.

 –Entonces voy contigo.– dijo Trumpkin.

–Igual yo– me ofrecí por enésima vez.

–No. Los necesitan aquí.

–Debemos distraerlos hasta que las dos estén devuelta.– recordó el rubio.

–Si me permiten– habló Caspian –Miraz tal vez sea un tirano y un homicida, pero como rey debe apegarse a las tradiciones y expectativas de su pueblo. Existe una en particular que nos hará ganar tiempo.

Pasó a explicarnos el desafío cuerpo a cuerpo que podríamos realizar, Miraz debía aceptar si quería verse más imponente ante su gente, pero para nosotros sólo sería un espectáculo para obtener tiempo, Peter enseguida decidió que sería él quien se enfrentaría a Miraz.

–No– me opuse al apenas escucharlo –Ya tengo suficiente con no poder acompañar a Lucy y a Susan, ahora tú iras a duelo con él.

–No tiene porque ser Peter– sugirió Edmund, sin voltear a verme.

–¡Menos! En todo caso yo voy, aceptaré el estúpido título de realeza, y por ende tengo más derecho que ustedes, gobernaron por quince años, y yo más de un siglo.

–Y por eso Miraz no lo permitirá– intervino el profesor de Caspian –El rey Peter y el rey Edmund siguen siendo menores que él, incluso con los quince años extra, para él será como pelear con niños; no se enfrentará con alguien que tenga más experiencia.

Recargue mi cabeza sobre mis rodillas, dandome leves topes, un día de estos explotaría por el estrés.

–Yo iré a ofrecer el trato.

Miré a Ed, con el ceño fruncido.

–Correción: iremos.

–¿Estás loca?– me preguntaron los cuatro hermanos.

–Oh, ustedes pueden poner sus cabezas en una guillotina, pero yo no puedo ir con Edmund. Por si lo olvidaron, yo siempre lo acompañaba durante su mandato. Además, si ven mi ropa puede que se les suba el ego, y acepten con más  facilidad.

Las Crónicas De Narnia: 𝔼𝕝 ℍ𝕒𝕕𝕒 𝔾𝕦𝕖𝕣𝕣𝕖𝕣𝕒 [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora