En aquella tierra nevada de Europa, un hombre caminaba con su martillo de metal cargado al hombro sacando en ocasiones de su boca el humo caliente del habano que venía fumando esa mañana.
—Clima de mierda...
Su humor no era el mejor tras regresar de una reunión con la regente de esas tierras y el resto de sus hermanos.
A medida que avanza, por el rabillo del ojo observaba cómo las bestias se desplazaban por encima de los tejados, otros más salían en pequeños grupos de las casas arrastrando lo que seguramente sería su comida para después.
Pero algo los traía inquietos a la mayoría.
Al hombre no le importaba en absoluto lo que esos animales hicieran o no con su comida, habría seguido su camino de no ser porque está vez no fue un grito lo que se escucho, sino el llanto de un bebé, cosa poco común en aquel sitio. Si eres inteligente sabrías que traer a un bebé a ese infierno sería cruel, además de una gran estupidez.
De un momento a otro el llanto se detuvo, estando en un lugar como ese, cualquiera habría dado al bebé por muerto pero ese no era el caso, unos balbuceos y una que otra risa se escucharon haciendo que el interés del mayor creciera, interés que lo llevó hacia una choza la cual se encontraba rodeada por un grupo de lycans que al sentir la presencia del jerarca se apartaron bajando la cabeza entre pequeños gruñidos y gimoteos.
Dándole una calada a su habano miraba curioso aquel escenario que se presentaba ante él; un bebé de no más de dos años o menos que trataba de tocar a uno de los lycans que lo rodeaban. No faltó la bestia curiosa que acercó su cara recibiendo como respuesta un jalón en su alborotada melena.
Su reacción ante eso fue apartar la mano del bebé haciéndole algo de daño, no mas que un rasguño que para el pequeño fue lo peor pues empezó a llorar con fuerza mientras su herida sangraba de a poco.
Aquello puso a los lycans nerviosos y ansiosos, el bebé podría haber sido una víctima más de los lycans de no ser por unos fuertes golpeteos en el piso que llamaron la atención de las bestias. El hombre al principio no dijo nada solo miro a su alrededor. Al no haber respuesta otro lycan se acercó al bebé está vez dispuesto a tomarlo entre sus fauces.
—Todos afuera...YA!.
Las pocas cosas de metal que habían en el interior de la choza tronaron en son de advertencia asustando a más de uno de los lycans. Entre gruñidos y quejidos las bestias salieron, dejando al hombre y al bebé el cual no había dejado de llorar.
Apagando su habano en el piso camino hacia el pequeño tomándolo fácil con una mano viéndolo a través de su lentes oscuros.
—Serás uno de ellos a este paso...
Habló viendo la herida que se extendía por su bracito hasta su mano, él infante sólo quedó viéndolo con un puchero en su rostro, el ser tomado en brazos empezó a calmarlo. Estirando sus manitas las llevo hacia el rostro del hombre tomando sus lentes en ellas.
—Joder, deja eso...anda, dámelos.
Dejó su martillo de lado para empezar un tira y da tratando de recuperar sus lentes, aquello hacia que él bebé empezará a reír. Para su corta edad mostraba un color singular de ojos que eran como ver dos pequeños ámbar que veían directo a los de quien lo sostenía en brazos.
—Quizás debería haber dejado que te comieran...pero pensándolo bien, si sigues vivo a de ser porque eres de los rudos.
Recuperando sus lentes alzó al bebé para mirarlo bien, su mantita que apenas y lo cubría cayó a causa de esto.
—De las rudas...
Corrigió al confirmar el sexo del bebé.
Volviendo a tomar su martillo y cubriendo a la pequeña entre su gabardina es que salieron de ahí, retomando su camino de regreso hacia su fábrica.
—Veamos de que estas hecha...
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El Caballo Y El Lobo
Fanfiction"Veamos de que estas hecha..." Se podría pensar que para el jerarca más egocéntrico de aquellas tierras, amar a alguien o prestar su atención a otra cosa que no fueran sus máquinas sería algo imposible. Pero ¿Qué pasaría...si algo más fuera de lo...