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Regresando a la fábrica Heisenberg llevó a Carina a su habitación, ella no dejaba de removerse sobando su estómago además de tener algo de fiebre.

—Hey tranquila...

—Duele mucho.

Empezaba a hablar entre sollozos.

—Ya lo sé...lo sé.

Permanecía a su lado tratanto de bajar la fiebre. Ya había visto estos síntomas antes, en su "hermana" Donna de quien se habia hecho cargo en ese proceso tan tortuoso.

—Esa maldita zorra.

Maldecia una y otra vez a la mujer que les había dado aquella nueva vida.

—Karl...

Carina lo llamaba entre llantos de dolor. En respuesta a sus llamados, Heisenberg sosténia su manita la cual lo apretaba con fuerza.

—Vamos niña, dijiste que eras fuerte ¿no?.

—S-si.

—Entonces puedes con esto.

—Me...quema el cuerpo.

Los ojos de la niña brillaban con mayor intensidad aún estando en penumbras en aquel cuarto.

La tranquilidad duró poco cuando un fuerte grito se escucho por toda la fábrica.

El cadou empezaba a recorrer todo el cuerpo de la menor, modificandolo como en el pasado lo había hecho con Heisenberg y los demás jerarcas.

Los gritos de dolor era lo único que se escuchaba en aquel sitio. Así fue por unos minutos que para Heisenberg parecían una eternidad para después dar paso al silencio.

—¿Niña...?.

No hubo respuesta.

—Hey niña...deja de jugar.

Mantenía sujeta su manita pero ahora sin esa presión de antes.

—No me estés jodiendo y responde...¡responde!.

La jalo hacia él pegando su cabecita a su pecho.

—Vamos cachorro...dijiste que eras fuerte, demuéstralo.

Acariciaba el cabello de la niña, quitándose su sombrero y lentes se metió en la cama con ella sin despegarla de su pecho.

—Quedate conmigo, no te atrevas a dejarme solo ¿me escuchaste?...Carina.

La pequeña siguió sin mostrar señal alguna de estar consiente.

En toda la noche Heisenberg no se apartó de ella, siguiendo las caricias en su cabello hasta que un pesado sueño lo invadió haciendo que poco a poco sus ojos se cerrarán.

Entre sueños veía imágenes de lo que una vez fue su vida, como una persona normal, pasando al punto en que Miranda lo secuestro y experimento con él.

E imágenes de una Carina sin rasgos humanos...una lycan más que se lanzó a morder y desgarrar su carne sin él poder hacer nada contra ella.

Aquel sueño tortuoso terminó cuando los primeros rayos del sol se asomaron por su ventana pero eso no fue todo...unas pequeñas manos acariciaban su barba haciendo que abriera los ojos buscando a la dueña de esas manos.

—¿Tenías una pesadilla?.

Preguntó Carina metida entre las sábanas, viendolo con aquellos ojos ámbar.

Heisenberg la miró y soltó un largo suspiro tallando su rostro con la mano, como si con eso borrará aquellas imágenes de su mente.

—Solo fue un sueño...

—Pero si hasta estabas llorando.

Se subió hasta su pecho para   quedar sentada encima suyo.

—Aquí incluso sigues teniendo una.

Iba a acercar su dedo a su ojo pero la mano de Heisenberg la detuvo.

—No lo es y deja de molestar con eso antes de que me saques un ojo...

La miró detenidamente, no había señales de cambios a grandes rasgos. Seguía siendo su niña.

—¿Cómo te sientes...?.

—Ya mejor~.

Sonrió mostrando aquellos dientesitos afilados.

—Bien...ahora dejame dormir.

Heisenberg giro haciendo que Carina también quedara del otro lado.

—Pero ¿Cuánto más piensas dormir?.

—No sé.

—¿Va a ser mucho?.

—No sé...

—...¿Me puedo quedar contigo?.

Su brazo terminó por jalarla a él en respuesta. Carina se removió sólo para terminar ocultando su rostro en su pecho.

—Duerme Carina...

—Si~.

La niña soltó un largo suspiro cerrando sus ojitos una vez más.

Heisenberg la apretó un poco hacia él, ahora podia sentir su respiración y el latir de su corazón cerca suyo, teniendo ese sentimiento de tranquilidad de que Carina seguía ahí con él, viva.

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora