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Con la vista nublada y un dolor recorriendo su cuerpo Carina despertó en lo que parecía ser una celda pero está tenía su puerta abierta.

—Mgh...agh.

Incorporarse le era inútil ya que al mínimo movimiento su cabeza la tumbaba con mareos. De fondo podía escuchar a alguien hablar.

—Mi...ran..da-Ngh...!.

Nuevamente cerró sus ojos al sentir otro mareo, masajeaba su propia cabeza tratando de calmar esos malestares.

<<¿Qué me pasa?>>

Una mano más empezó a acariciar su frente siendo Miranda que se encontraba al lado de la cama en la que ella reposaba.

—Despertaste.

—Mgh...n-no quisiera... Siento que me voy a morir.

—Es normal, después de todo no has comido desde ayer.

—¡¿A-ayer?!.

Ese sobresalto le costó una fuerte punzada en la cabeza.

<<¿Como es que dormí tanto?>>

—Te traje aquí ya que dudo mucho que quisieras volver a tu fábrica...

—Esa no es mi fábrica, no hay nada mio ahí.

Le dolía decir esas palabras.

—Siendo así...aquí tienes donde quedarte. No te hará falta nada.

El olor de algo hizo que Carina entre abriera los ojos viendo un tazón de comida que le ofrecía, pero el dolor le impedía siquiera tomarlo o distinguir que era.

—No te esfuerces...

Empezó a alimentarla poco a poco pero sin mejoras en su estado. Al contrario, cada bocado Carina parecía quejarse más, pero las insistencias de Miranda la hicieron acabarse todo el tazón.

—Bien hecho querida, con esto empezarás a mejorar.

Carina empezó a retorcerse del dolor que venía desde su estómago y se extendía por todo su cuerpo, parecido al de aquella noche en la que había recibido el cadou.

—¿Qué...qué me pasa?!.

—Nada, solo te ayude a sanar.

El dolor la llevo a terminar en el suelo apretando su estómago y sintiendo una fuerte oleada de calor.

—Después de tantos años al fin recibe lo que tanto había pedido...

—¿E-eh?...Ah!!. ¡¡Mierda!!.

Su cuerpo se encorvaba, los músculos se tensaban, las venas de todo su cuerpo resaltaban a través de su piel, el rechinido de sus uñas se escuchaba contra la piedra del suelo, su mandíbula dolía ante el crecimiento de los colmillos y aquellas cicatrices empezaron a sanar del todo dando paso a un cuerpo completamente fortalecido.

—Ahora eres incluso más hermosa...

Miranda permaneció cerca de ella en todo momento, observando fascinada aquel cambio en la chica, que la miraba con ojos que brillaban más que nunca.

—¿Qué...me hiciste...?.

—Solo te ayude, como te dije que lo haría.

Se inclino hacia ella tomando su mentón, haciendo que se fuera incorporando lentamente hasta quedar ambas de pie, viéndose cara a cara.

—Le di a tu cuerpo aquello que por tanto tiempo se le había negado...

—P-pero...no, esto está mal, Heisenberg dijo-...

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora