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Es un poco difícil obedecer una orden cuando la curiosidad es tan fuerte.

Bueno eso fue lo que llevo a Carina a merodear por aquel castillo.

"Mantente cerca y no subas a la sala"

Esas fueron las palabras que Heisenberg le había dado aquel día al llevarla consigo a conseguir "material de trabajo" en palabras de Heisenberg; la zorra chupasangre tenía cosas de provecho en su sótano.

Claro que para una niña, ver como su mayor cargaba con lo que aparentemente era un...¿Zombie? No era muy de su interés, en cambio, las luces que daban al piso de arriba, eso sí que lo era.

Heisenberg estaba más que inmerso en su labor, ni siquiera se había dado cuenta de su ausencia.

Carina recorría aquel lugar, eso sí, evitando hacer ruido o tocar algo.

Miraba curiosa cada cosa, si había algún cuarto abierto no perdía la oportunidad de asomarse a ver, todo era lujoso, como se esperaba de un lugar como ese.

El eco de un reloj la puso en alerta siendo ya las dos de la tarde.

—Si se da cuenta me va a gritar...

No quedaba de otra, ese lugar era inmenso y con muchas cosas por ver pero era mejor evitar el regaño.

Pero claro, un lugar tan grande y desconocido, era de esperarse que alguien se perdiera.

Se encontró parada en el centro de una sala sin saber para dónde ir o que puerta cruzar.

Ya un poco más nerviosa empezó a caminar por todo el sitio que parecía no terminar, su caminata la llevó a toparse con un cuadro de tres jóvenes, aparentemente de alta sociedad, muy hermosas. Quedó perdida viendo aquella pintura.

—Hum...lindas...

Los aleteos de insecto se empezaron a escuchar más y más fuerte al ella pronunciar esas palabras.

—Ow~ que alago.

Aquella voz la hizo pegar un brinco por el susto, llevando su vista a buscar a la dueña de esa voz pero en su lugar sólo había moscardones que la rodeaban.

—Y está monada que.

—Ah~ mira esa carita~ me la quiero quedar.

Los pies de Carina se vieron separados del piso cuando una mano la tomo por el cuello de su ropa siendo una chica rubia, vestida de negro y con manchas de sangre en su rostro.

—B-bajame...

—Mm...~ miren esos ojos~.

—Brillan tan lindo.

Otra chica apareció vestida igual que la que la sostenía, solo que esta tenía cabello negro.

—Hum me suena de algo...pero no se que...

—¡Ah! La perrita de tío Karl.

Por último apareció otra chica de cabello castaño. Carina solo llevaba su vista nerviosa entre las tres.

—Cierto, mamá dijo algo de ella~.

—Pues a mi me gusta.

La pelinegra tomó en brazos a Carina aunque ella trataba de soltarse.

—¿Ya viste? No te quiere Cassandra, prefiere estar conmigo~.

—Ag callate Bela.

Nuevamente fue tomada en brazos esta vez de la castaña.

—Mejor me la quedó yo~.

—¡No Daniela!.

Se quejaron las otras dos. Carina solo quedó en silencio viendolas discutir comparando su aspecto con el de aquella pintura.

—¿Ustedes...son ellas?.

Las tres mujeres la miraron y después miraron la pintura soltando unas risitas.

—¿No se nota~?.

—Quién más si no.

—Ayyy~ quedémonos con ella~.

Daniela abrazaba con fuerza a Carina.

—Madre no lo permitirá, además ya tiene dueño...Hum...por cierto ¿donde esta?.

Cassandra la volteo a ver.

—Te le escapaste~.

Bela pellizcaba suave la mejilla de Carina.

—N-no, vine con él, solo que me...perdi.

Las tres hermanas se miraron para después sonreír entre ellas.

—En ese caso, quedate con nosotras~.

—E-eh p-pero no puedo...se molestara.

—Karl se molesta con todo.

—¡Si! Juega un rato con nosotras~.

Carina apretó sus manitas nerviosa ante la idea pero...ellas no le daban aquella sensación de incomodidad.

—P-pero después llevenme con él.

Las tres hermanas asintieron a su petición, Daniela la conservo en brazos llevándosela de aquella sala.

Carina sólo veía curiosa a las tres chicas que bromeaban entre ellas.

—Hum...me preguntó cómo es que tío Karl decidió quedarsela.

—Siempre ha sido un ermitaño~.

—Además de que apesta a aceite y a sus habanos.

Carina soltó una risita ante eso, no estaban tan lejos de la realidad.

—Oh! Miren eso~.

Bela se acercó a la pequeña abriendo un poco su boquita.

—Si tiene dientecitos de perro~ que linda.

—A ver...

Daniela la levanto un poco para verla y si, sus colmillitos se asomaban un poco por su labio.

—Oww de verdad es un cachorro.

—Ya ya~...la están atosigando.

Cassandra la tomo en brazos pero solo para bajarla al piso.

Unos tacones se hicieron escuchar por aquel pasillo, las hermanas sabían a quien pertenecían y Carina por el olor la identificó.

—La zorra chupasangre...

Las hermanas se vieron entre ellas al escuchar ese apodo.

—Se ve que Karl es quien la cuida.

Cassandra tomó la manita de Carina para que caminara en otra dirección para así evitar a su madre.

Entre esa huida las niñas empezaron a reír volviendo aquello un juego, como a las escondidas. Solo que en estas si te encuentran, es posible que te maten.

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora