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La duda no dejaba la cabeza de Carina a medida que avanzaba por los territorios de Heisenberg.

<<¿Para qué vine?. Ni siquiera creo que me quiera ver.>>

Gruñia frustrada ante sus pensamientos. Pero más nada podía hacer. Cuando menos se dio cuenta se encontraba frente a esa reja que dejaba ver al otro lado la fábrica.

—Será rápido... Solo es una pequeña visita. Solo eso...

Apenas pensó en dar el primer paso el gruñido de Urias llamó su atención, le sorprendió que alguien como él pudiera llegar a ser tan sigiloso a veces.

—No es necesario que vengas...puedo hacer esto sola.

<<O eso creo...>>

Urias camino hasta estar de frente a ella, ni a sus 26 años Carina lograba alcanzar en altura al alfa frente a ella. Más razón para Urias de verla como una cachorra.

—Descuida. Todo estará bien.

Habló pero pareciera que esas palabras se las decía a ella misma, en cambio Urias solo se limitaba a escuchar y gruñir suavemente terminando por acariciar la cabeza de Carina.

Ella correspondió acariciando esa misma mano en su cabeza hasta que Urias la aparto.

—Gracias...

Carina le regalo una última sonrisa antes de dar media vuelta y pasar sobre la reja de un salto teniendo que seguir el camino hacia la puerta principal deteniéndose solo a centímetros de esta.

<<Quizás no es buena idea.>>

Empezó a retroceder unos pasos para detenerse en seco después.

—Agh, no, al demonio. Ya estoy aquí mierda, acabemos con esto.

Llevo su mano a abrir la puerta solo un poco, lo suficiente para poder pasar y por fin ver el interior de la fábrica después de tanto tiempo.

Todo seguía igual, las máquinas funcionando dando ese calor insoportable por todo el lugar, más y más soldads colgando de las bandas del techo y podía escuchar el sonido de la hélice de Sturms que se movía por los niveles bajos de la fábrica.

—Se ve que mi ausencia no afecto mucho por aquí.

Hablo con pesadez.

A medida que caminaba le sorprendió ver parte de los metales de la fábrica maguñados o por completo deformados lo cual también se le hacia extraño. La curiosidad la llevó por esos pasillos que comenzaban a verse cada vez más deformados y destruidos.

El sonido metálico aumentaba al punto de no distinguirse de las mismas máquinas, llegando un momento en que una viga estuvo a punto de caer sobre su cabeza de no ser por los reflejos que la hicieron quitarse antes.

—Que mierda. ¿Heisenberg?. Joder si no me quieres aquí solo dilo. No me tienes que partir la cabeza para-...¡HEISENBERG!.

Sintió todo el aire salir de sus pulmones y su cuerpo temblar al verlo tendido en el suelo inconsciente.

Rápidamente y esquivando los metales que se interponian en su camino pudo llegar a su lado, Heisenberg respiraba entrecortado, quejándose por lo bajo y mostrando una mueca de molestia en su rostro sin abrir los ojos.

—Hey Heisenberg ¿me oyes?. Heisenberg...

Lo llamaba pero sin tener una respuesta, solo más de sus quejidos o el ruido de metales chocando entre sí.

—Mierda.

Carina se aseguró de que no estuviera herido de gravedad notando que todo su cuerpo ardía en fiebre.

—Y decías que no tendrías otro colapso... Idiota.

Haciendo un mínimo esfuerzo llevo el brazo de Heisenberg por sobre su hombro teniendo que llevarlo a rastras por la fábrica esquivando metales inestables para llegar al interior de su oficina donde incluso la puerta y varias cosas temblaron ante el poder del inconsciente jerarca.

Carina respiro una vez dejó a Heisenberg sobre el sofá para así poder buscar algo con que ayudar a tratar su estado tan decadente. Claro que en ese lugar no había muchas cosas que fueran de utilidad para la situación. Solo logrando traer un tazón lleno con agua y un paño con el cual empezó a limpiar la frente de Heisenberg y a mantenerlo fresco lo más que podía.

Heisenberg soltaba quejidos y a veces murmuraba cosas inaudibles icluso para Carina que permanecia a su lado humedecido su frente, sus mejillas, su cuello y su pecho.

—na...Car...na...n..o.

Carina dirijo su vista al escucharlo murmurar.

—Sh~...no debes de esforzarte ahora.

—Car..i...na...Cari..na.

—Ey...aquí estoy.

Dudo un momento pero terminó por tomar su mano, aun dormido Heisenberg la apretó al instante, su respiración parecía empezar a relajarse al igual que su poder dejaba de ser ejercido en el lugar.

Los nervios de Carina se calmaron al ver que esos pocos cuidados comenzaban a surtir efecto, sin soltarse del agarre de Heisenberg continuo con la misma acción hasta que un leve ronquido de parte de él le dio la señal de que por fin estaba durmiendo tranquilo, sin quejarse. Solo teniendo un sueño profundo con la leve promesa de ser reparador.

Carina lo miró un instante y después miró a su alrededor por la oficina notando la caja con gran cantidad de botellas de cerveza vacías.

—¿Qué estuviste haciendo...?

Con su pulgar hacia leves caricias en la mano de Heisenberg hasta que también el sueño se fue apoderando de ella terminando dormida a un lado de él.

Durante los siguientes dos días con sus noches, Carina había permanecido en la fábrica al tanto de Heisenberg y a la espera de que diera señal de despertar.

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora