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—¿Donde carajos esta?.

Heisenberg se movía de un lado a otro esperando señales de Carina pero las horas pasaban y ni rastro de ella.

Tomando su martillo salió cruzando las puertas de su fábrica hasta el campo.

Los grasnidos de los cuervos lo pusieron en alerta haciendo que apretara en su mano el mango del martillo.

A sus espaldas se encontraba la que se hacía llamar Madre Miranda.

—Heisenberg...es raro verte fuera de tu fabrica tan tarde.

Apretando los dientes es como se giro a darle la cara sin tomarse la molestia de ocultar su desagrado por la mujer en ese momento.

—Buenas noches madre...

—Espléndida noche ¿no?.

El silencio fue la única respuesta que Miranda recibió de su parte.

—Sabes...me sorprende cada día más este pueblo y los seres que lo habitan.

—Si tu lo dices...pero si me disculpas tengo que buscar algo.

—¿Algo? O...¿A alguien?.

Eso detuvo en seco sus pasos.

—Es una pena que yo siendo tu madre, no me hayas presentado con ella...

—¿Donde esta?.

—Si que es una niña adorable y tiene una mirada hermosa...una anfitriona perfecta...

El martillo de Heisenberg retumbó, sus ojos se fijaron en la mujer que permanecía inmóvil viéndolo fríamente si mostrar reacción alguna cuando lo tuvo frente a frente.

—¡Ella no es ni será-...

—Ssshh...

El manto de Miranda se apartó mostrando a la pequeña dormida en brazos.

—Carina.

—Los niños crecen tan rápido...La tenias muy bien escondida Heisenberg.

Se mantenía meciendo a la niña para mantenerla dormida pero no quitaba los ojos de encima a su "hijo" del cual podía persivir su inquietud aunque la tratara de ocultar, cosa que le dio algo de gracia haciéndola soltar una seca risa.

—Una pena.

Las garras doradas de Miranda fueron directo al rostro de la niña haciendo que Heisenberg se tensionara. Pero solo apartó unos mechones de su rostro dormido para así entregársela.

Pero aquel cambio fue suficiente para que Carina entreabriera sus ojos topandose con quien la traía en brazos.

—Mm...¿Karl?.

Tallaba sus ojitos en un intento débil de despertar.

—Me duele el estómago...

—Eso te pasa por comer dulces.

—Eso no era un dulce...

Se removió en brazos ocultando su rostro, sus palabras fueron suficientes para que en la mirada de Heisenberg se notará claramente su molestia que sólo disfrazaba la preocupación por la niña.

—¿Qué le hiciste? En serio...te atreviste...

—Solo la mejore, es un sujeto único...pero un perro no es anfitrión suficiente para Eva.

Acarició la cabeza de la niña para después pasar del hombre.

—Será una buena guardiana.

Antes de que tuviera tiempo para alegar ella había desaparecido, en su lugar sólo quedó una parvada de cuervos que alzaron vuelo, atravesando el oscuro cielo.

—Maldita hija de puta.

—Ngh...Karl...duele.

Los brazos de Heisenberg pegaron a Carina a su cuerpo, dando una última mirada al cielo maldijo a aquella mujer que acababa de irse.

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora