-28-

330 26 2
                                    

Los brazos que rodeaban la cintura de Carina en ese momento la hacían sentirse abrigada frente al aire frío que llegaba a colarse por la ventana abierta de la habitación. Al abrir sus ojos lo primero que hizo fue cambiar su posición girando para quedar de frente al hombre que no la soltaba por nada del mundo.

—Karl...

Susurro suave acariciando el pecho desnudo de Heisenberg provocando un leve gruñido de su parte aún estando dormido.

—Ya me tengo que ir. Necesito que me sueltes...

—Sh~...vuelvete a dormir.

—No puedo~. Me estas empezando a roncar en el oído.

Los últimos días tras su regreso el cuarto de Heisenberg se había vuelto el de los dos. Pasando sus noches y mañanas juntos disfrutando del increíble sexo o a veces Carina solo recibiendolo en brazos tras sus largas horas de trabajo que ahora habían aumentado tras elaborar sus planes con la bebé Winters.

Carina amaba eso. Sentirlo cerca de ella. Pero a veces el mismo cansancio provocaba fuertes ronquidos por parte del hombre, cosa difícil de manejar para los sensibles oídos de ella.

—Karl...vamos, sabes que me quedaría aquí contigo pero sino me voy con esa mujer solo será más molesto para los dos. Anda...quita ya tu brazo.

Un quejido de parte de él se hizo escuchar a modo de queja, viéndose obligado a abrir sus ojos de igual forma para terminar topandose con los de Carina.

—Buenos días~.

Carina dejó un beso tierno el cual no tardó en ser correspondido por Heisenberg quien solo la apretó más de su cintura haciendo que ambos pechos desnudos se apretaran por aquel beso.

—Lo serían sino tuvieras que largarte.

—Lo sé...pero regresaré rápido.

—Maldita la hora en que Miranda trajo a esa mujer aquí.

Las ya habituales maldiciones de Heisenberg no tardaron en escucharse como cada mañana. Pero un beso de Carina bastaba para calmar su humor y así pasar a tener un breve momento de silencio en el que ambos solo se miraban el uno al otro, Heisenberg llevando su mano a despejar el rostro de Carina de sus cabellos desordenados mientras que de su parte recibía caricias en su barba.

—Ahora sí...me tengo que ir.

El silencio de ambos se rompió ante las palabras de Carina que con pocas ganas se apartaba de él para salir de la cama.

—Me vas a dejar sin mi mañanero cariño. Eso es cruel.

—Ja. ¿No tuviste suficiente con lo de anoche?. Mira como me dejaste las piernas.

Carina señaló dicha zona donde se veían claramente las marcas de las manos de Heisenberg, junto a varios chupetones y mordidas.

—Lo veo, pero ahora me doy cuenta que me falto marcarte más.

Se burló prendiendo su habano sin apartar la mirada del cuerpo desnudo de Carina.

—Cuando regreses corregiré eso~.

—Pervertido.

—Quizás, pero tampoco escuche que te negaras.

Carina camino sin decir nada solo tomando su ropa para vestirse terminando al ponerse su chaqueta encima y acomodando lo mejor posible su cabellera frente al pequeño espejo de la habitación. A través del reflejo llegó a chocar miradas con Heisenberg que la veía aún desde su lugar en la cama.

—Me voy.

Giró hacia él regalandole la última sonrisa antes de salir de la habitación.

—Te estaré esperando.

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora