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Los inviernos pasaron. La muerte reinaba en el valle de sombras, tanto aquellos que se quedaban como los que por curiosidad llegaban.

Tantos rostros que Carina había visto ir y venir pero siempre con el mismo resultado. Siendo comida de los lycans.

Esa mañana no fue diferente. No era mas que otro grupo de pobladores, una familia, tratando de cruzar las fronteras. Carina sólo observaba desde el tejado el banquete que sus lycans disfrutaban, desgarrado carne, rompiendo huesos, al menos los gritos ya habían cesado.

—Hum...si que son estúpidos...

Tratándose de sus cacerías, era alguien...insensible, no importaba cuanto rogaran o gritaran, ella siempre dejaba que los lycans hicieran lo que quisieran con los desafortunados pobladores.

—Acaben con eso de una vez...esta haciendo un clima de mierda aquí...

Los lycans gruñeron a su orden.

Carina bajo de aquel tejado pasando a un lado del grupo que aún comía. Pero detuvo su paso al sentir un olor de alguien en particular.

—Carina...

—Madre Miranda, no esperaba verla aquí.

—Nunca está de más salir y ver el pueblo cubierto de nieve...y sangre

Quedó parada a un lado de la chica viendo a los lycans comer.

—¿Tu no los acompañas...?.

—Heisenberg me ha dicho que mejor lo evite, ni él ni yo estamos seguros de que efecto pueda tener...

—En tu lugar lo probaría.

—Preferiria que no, Heisenberg, él-...

—Ya lo has dicho; él no sabe...quizás el probarla sea un paso más en tu excelente evolución, Heisenberg es estúpido en sus ideas, tu eres mejor que estas bestias...

Tras su interrupción, sin previo aviso Miranda ya tenía sujeto su rostro entre sus garras doradas.

—Y una belleza...que es desperdiciada al estar metida en esa fábrica, conmigo sería diferente.

Carina no podía hacer más que estar quieta, sentía las uñas de esa mujer clavarse en su mejillas haciendo que no le quedara más remedio que verla a la cara.

—Estoy...donde tengo que estar.

—¿Estas segura de eso querida...? Podrías ser más que...un perro guardián, estando a mi lado...

Miranda terminó por soltar el rostro de la joven dejando pequeños cortes en sus mejillas.

—Como dije, estoy bien donde estoy...madre.

—Puedes estarlo mejor...yo reconozco lo bueno, cuando lo tengo en frente, piensalo.

Miranda acarició el rostro de la chica pasando después por su lado. Antes de que Carina tuviera tiempo de decir algo, aquella mujer ya se había esfumado.

—Tch~ no soy un jodido perro maldita zorra.

Retomo su camino cruzando aquel pueblo hasta llegar al inmenso castillo Dimitrescu, escabullendose por los sótanos hasta llegar a una de las salas de los pisos superiores, llegando a sentir ese calor por la chimenea y velas encendidas.

Sus sentidos estaban alerta a cualquier cosa que pudiera venir, escuchando al instante las risas de las hermanas a sus espaldas.

—¡Carina!.

Como siempre, Bela era la primera en abrazarla del cuello.

—Tonta vas a hacer que nos descubran si gritas asi.

—Tu porque eres una seca, hermana.

—Ya ya~ por favor, atosigan a la pobre.

Carina solo reía cariñosa por el recibimiento de sus amigas. A las cuales les tenia un gran cariño desde pequeña.

—Hum...hay algo raro en ti.

—Cierto, Carina estas más pálida y lastimada...

—¿Paso algo? Oh! Alguien del pueblo se quizo pasar de listo.

Carina suspiro algo pesado pues tenía una idea de a qué se referían, después de todo, sus encuentros con Madre Miranda siempre la dejaban así.

—No, no es eso, fue una...pequeña charla con Miranda.

—¿Otra vez la bruja?.

—Que molesta~.

—Es obvio que nuestra pequeña Carina es de su interés.

Daniela se dedicaba a arreglar la melena de la joven.

—Agh pero qué interés puede tener esa bruja en mi.

—Olvidas que no eres como los otros perros de allá afuera, eres bonita, tienes habilidades únicas.

—Ja, me sorprende que no la haya hecho jerarca.

—Jerarca de la casa lycan.

Las cuatro chicas reían por lo dicho.

—Incluso muestra más interés que Heisenberg.

La risa de Bela fue la única que se escucho esa vez, Carina solo hizo un gesto de molestia pues no estaba lejos de tener razón.

—Idiota...no le hagas caso Cari~.

Daniela la abrazo por la espalda.

—Por tu gesto veo que aún nada.

—No le importa otra cosa que su trabajo, cuando estamos juntos apenas y me habla.

—En ese caso, no está mal si aceptas las propuestas de Miranda...¡Auch!.

Carina sonrió suave por la reprimenda que Cassandra y Daniela le habían dado a su hermana.

—Dale su tiempo querida~.

—Tío Karl es una roca pero no dudo que logres sacarle algo.

—La verga por lo menos...

—¡Bela!.

La pelea de las hermanas pasó a segundo plano para Carina quien se sumergió en sus pensamientos viendo fijó a la chimenea encendida.

—¿Tan siquiera me vera de forma diferente...?.

Terminó por abrazar sus piernas al pecho dejando que el calor de esa sala alejara el frío de su cuerpo y calmara su mente.

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora