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Unos cuantos días habian pasado desde aquel encuentro con Miranda, Heisenberg había mantenido a Carina en la fábrica queriendo estar seguro de que el cadou no le afectará o tuviera mutaciones.

Durante ese tiempo por su mente permaneció esas palabras que Miranda le había dicho.

"Será una buena guardiana"

Le revolvía el estómago que esa mujer siquiera pensara que podía usar a la niña como lo había hecho con ellos, pero...también le había dado una idea.

El rugido de los lycans había sido algo recurrente de oír en la fábrica, Carina desde arriba veía como traia lycans a al lugar pero nunca los veía salir lo cual le parecía raro.

Y esa mañana no había sido diferente.

Esta vez la pequeña lo siguió tras su llegada a la fábrica, traia un lycan encadenado con el cual solo cruzó miradas.

Algo nerviosa lo siguió hasta el laboratorio que tenía, ignorando la presencia de la niña, Heisenberg dejó abierta la puerta de aquel lugar, Carina permanecía en silencio en silencio viendo cómo lo ponía en la mesa de trabajo mientras la bestia no dejaba de de gruñir y arañar en un intento de querer liberarse.

—Ugh...ya callate de una puta vez.

Con su poder mando un metal hacia la boca del lycan funcionando como bozal.

—Ahora, se un buen chico y quedate quieto.

En el rostro del hombre se apreciaba una sonrisa amplia, de la cual solo el lycan fue conocedor.

Una mesita con herramientas quirúrgicas y de mecánico se acercaron a Heisenberg, con las cuales empezó a abrir al lycan.

Carina al ver esto salió corriendo directo a su habitación cerrandola con seguro para después ocultarse entre sus sábanas, estando ahí trataba de asimilar lo que habia visto.

Y si Heisenberg terminaba por hacerle lo mismo a ella ¿seria capaz de hacerle eso?.

Eso solo hizo que la pequeña se abrazara a sí misma tratando de controlar sus nervios.

No supo en qué momento se quedó dormida hasta que el ruido de alguien queriendo abrir su puerta la despertó.

—Carina ¿Por qué cerraste la puerta?.

La voz de Heisenberg la terminó por despertar del todo.

—Y-yo...fue sin querer.

—Entonces abre.

Apretando sus labios fue como bajó de su cama para ir a la puerta solo para entreabrirla.

—¿Qué pasa...?.

Solo asomaba su naricita y ojos por la pequeña abertura de la puerta.

—Mejor dicho qué te pasa a ti, abre bien la puerta.

De forma bruta es que abrió la puerta del todo viendo con una mueca a la niña que se veía bastante nerviosa.

—¿Qué te pasa ahora?.

—N-nada...no pasa nada.

—Aja, ven acá.

Apenas dio unos pasos al frente ella retrocedió.

—No me digas que a estas alturas me tienes miedo, deja de jugar y ven acá niña.

Carina dio otros pasos hacia atras hasta topar con la pared, pero eso no la detuvo, aprovechando su tamaño se escabullo entre las piernas de Heisenberg para salir de su cuarto.

—Pero que...agh.

Salió de su habitación viendo como la niña corría por la fábrica.

—Si sabes que no llegaras lejos ¿no?.

Hablo en tono burlon hacia ella, los metales sueltos empezaron a seguirla para detenerla, las cadenas fueron suficiente para aprisionar a la niña, pero aún así ella no dejaba de forcejear.

—¡No! Sueltame.

Pataleaba en todas direcciones pero era inútil.

—Ahora qué mosca te pico?.

—¡Sueltame!.

—¡Hey! Respondeme cuando te hablo.

Las cadenas la dejaron justo frente a él pero sin soltarla.

—¡No quiero, no quiero, no quiero, no quiero, no quiero!.

—No te entiendo nada niña.

—Vi lo que hiciste.

Seguía pataleando.

—Ahora de qué hablas ¿Qué viste?.

—¡¡Tu laboratorio!!.

Una mueca se dibujo en el rostro de Heisenberg al oír eso, bajando de golpe a la niña.

—¿Por qué no puedes seguir ni una puta orden...? Eh?! Te he dicho que no bajes allá.

—Estas enojado porque descubrí lo que quieres hacerme...

Tenía unas lágrimas en sus ojitos amenazando con salir.

—¿Hacerte? Qué tonterías dices niña.

—Los lycans...vi lo que les haces.

Un largo silencio vino de parte de él, el cual fue roto por el chasquido del encendedor que uso para prender su habano.

En silencio empezó a caminar llevando consigo a Carina.

—¡No! Karl sueltame, prometo hacerte caso, ya no te molestare en tu taller ¡Karl!!.

Nada de lo que decía la niña hizo que la soltara, aun entre lágrimas no dejaba de patalear, pero quedó quieta al ver hacia dónde iban, siendo este el laboratorio de Heisenberg, donde rápidamente reconoció la mesa de trabajo y al fondo la mesita con las herramientas.

Alzó su mirada hacia él con algo de miedo.

—¿Karl...?.

Una alarma la hizo pegar un chillido para después mirar hacia unas puertas que se abrían, mostrando a los lycans con partes mecánicas en sus cuerpos.

—Dime tu...¿Crees que sería capaz de hacerte esto?.

La pequeña solo quedó encogida en su sitio.

—Si que eres tonta, pensé que tenías mejor capacidad mental que ellos.

—N-no me digas así...y si la tengo.

—Pues no lo parece.

Se puso a la altura de Carina y se quito sus lentes para verla directo a los ojos.

—No te dejes llevar por lo que ves.

Las cadenas que la aprisionaban cayeron dejándola libre.

—Pero si sigues siendo molesta definitivamente terminaras como ellos.

—¡Karl!...

—Tch...tonta...

Ambos se levantaron del suelo, Carina camino hacia los nuevos soldados viéndolos de pies a cabeza.

—Son feos.

—No tienen que ser bonitos.

Camino quedando tras de ella.

—¿Serán suficientes?.

—Con el tiempo...lo serán.

Las creaciones de Heisenberg poco a poco iban aumentando en número, lycans...zombies...todo iba a servir a su ejército de metal.

Que en su momento...estaba destinado para acabar con Madre Miranda o bueno, ese era el plan...

El Caballo Y El Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora