Los árboles en otoño eran la cosa más maravillosa que alguien podría llegar a contemplar en su vida; o al menos eso creía ella.
Era simplemente increíble el hecho de que las hojas de los robles perdieran aquel color brillante tan característico que las distinguía para convertirse en algo un poco más opaco. El color marrón y el naranja eran los tonos que adornaban el bosque aquella tarde... aquella tarde de otoño.
Aquella tarde era como cualquier otra en la vida de Kim Jennie; recorrer el bosque después del instituto era parte de su rutina y eso era lo que hacía que su día fuese normal. Cualquiera que conociera a la chica sabía perfectamente que ella era una amante de las rutinas y que le gustaba seguirlas al pie de la letra.
Comúnmente se levantaba a las 07:30 de su cama, preparaba todo para ir al instituto y bajaba los 27 escalones que separaban los dos pisos de su casa para poder sentarse en los banquillos de la isla de la cocina y desayunaba lo que sea que su madre hubiera preparado.
Después de eso, Jennie tenía que esperar mínimo 10 minutos para que sus dos hermanos menores terminaran de arreglar sus cosas para asistir a clases, cuando lo hacían, la mayor tenía que conducir de su hogar hasta llegar al instituto.
Lo que seguía después de eso era un poco más de lo mismo. Entraba a clases e intentaba concentrarse al máximo en ellas, pero maldita sea, era inútil. No porque no entendiera las clases, lo hacía; por supuesto que lo hacía. La chica de ojos felinos siempre había tenido un promedio impecable en el instituto, pero sus notas no eran increíblemente buenas debido a la escuela, simplemente Jennie siempre había sido una chica que valía la pena destacar por su inteligencia.
En fin...
Ahí estaba ella. Caminaba por el sendero hecho de baldosas de cemento grises que estaban comenzando a agrietarse. ¿Cuánto tiempo llevaba ese sendero ahí? No sabía la respuesta a eso, pero estaba segura de que en cualquier momento el camino iba a dividirse en un montón de pedazos de cemento.
Habían un montón de hojas marchitas que amortiguaban sus pasos. Hojas que después de haberse desprendido de las ramas de aquellos enormes robles adornaban el bosque entero, dejando casi sin nada a aquellos árboles que en sus buenas estaciones cubrían tanto el cielo que impedían la llegada de la luz del sol a lo más profundo del bosque. Era un paisaje completamente hermoso, digno de una postal; o al menos eso pensaba ella.
Jennie no estaba segura de cuanto tiempo llevaba siguiendo aquel sendero que sólo hacía que se adentrara cada vez más en aquel enorme bosque y hasta entonces no había encontrado absolutamente nada que llamara su atención. Estaba decidida a irse cuando la escuchó...
Una melodía.
La chica tenía que admitir que no podía percibir muy bien el sonido de aquella hermosa melodía, pero había algo de lo que estaba segura y es que aquel sonido tan hermoso era proveniente de una melódica.
Jennie no se consideraba fan de la música clásica, pero tenía que admitir que después de escuchar aquella hermosa pieza musical investigaría un poco más acerca del tema.
Siguió caminando, sólo que ahora lo hacía de una manera un poco más rápida de lo usual. Necesitaba encontrar a la persona que estaba produciendo ese hermoso sonido con la ayuda de la melódica que había distinguido antes.
El sonido se hacía cada vez más y más presente conforme iba avanzando, cada paso que daba ella sabía que se estaba acercando cada vez más a la persona que tocaba aquella preciosa pieza musical.
Caminó sólo por un par de minutos más hasta que lo logró. Logró encontrar a la persona que estaba tocando, aquella persona que decidió explotar todo su talento con la melódica justo en medio de la nada, en lo profundo de un bosque en donde nadie podría escucharla jamás, o al menos eso esperaba ella.
La respiración de Jennie se cortó al notar quién estaba produciendo aquel hermoso sonido.
Era una chica.
Una chica de piel pálida, con cabello oscuro, un poco más delgada y tal vez un poco más alta que ella.
No lograba describir algo más acerca de la misteriosa chica que acababa de encontrarse en aquel rincón del bosque en el que no había estado antes. No podía decir mucho más acerca de ella, pero, eso si, estaba segura de que era la chica más hermosa que había visto en su vida.
La castaña sonrió torpemente al notar que la chica de piel pálida estaba completamente absorta en sus pensamientos, concentrada al 100% en los sonidos que estaba produciendo con su melódica. Aquella melodía que Jennie jamás olvidaría.
La sonrisa de Jennie desapareció cuando la chica dejó de tocar, había alejado sus labios de la boquilla de su melódica y se había decidido a abrir los ojos después de un rato. Fue entonces cuando la castaña lo notó. Ella, la chica misteriosa, había estado llorando.
La que parecía más alta inmediatamente se limpió las lágrimas, que estaban recorriendo sus mejillas, con el dorso de su mano. Después de deshacerse de las molestas gotitas de agua notó la presencia de alguien más en el bosque.
Fue entonces cuando los ojos de ambas chicas se encontraron por primera vez.
Profundos ojos marrones se encontraron con suaves ojos color avellana.
Jennie pudo notar lo cristalizados que estaban los de la chica debido al llanto. A decir verdad estaba un poco desconcertada.
En cuanto la castaña reaccionó no hizo más que sonreír débilmente sin estar muy segura de como presentarse. Estaba completamente cautivada en ese momento, ni siquiera podía pensar. Al ver aquella sonrisa, la más alta comenzó a sentirse un poco intimidada, no sabía que hacer ahora. Alguien la había oído. Alguien la había visto.
Segundos después, la castaña estaba decidida; estuvo a punto de decir algo pero pudo notar cómo un par de lágrimas se deslizaban de nuevo por las blancas mejillas de la chica misteriosa.
Jennie jamás pudo preguntar el motivo de esas lágrimas.
Acto seguido, la chica sujetó su melódica con fuerza y se echó a correr siguiendo el sendero de baldosas sin saber a dónde dirigirse ahora. Estaba tan avergonzada que ni siquiera tuvo tiempo para pensar lo que haría, sólo actuó por impulso.
Jennie frunció el ceño en señal de confusión. ¿Qué demonios acababa de suceder?
Ella no podía explicar correctamente lo que había visto, tampoco lo que había oído. Ella no sabía ni siquiera que lo que acaba de suceder era quizá el comienzo de algo grande.
La castaña soltó un suspiro y giró sobre sus talones, comenzando a caminar, en el sentido contrario esta vez, con toda la intención de volver a su hogar.
Sonrió débilmente al recordar a la hermosa chica que era responsable de aquella hermosa melodía, sin duda esa escena iba a ser algo inolvidable para Kim Jennie.
¿No es curioso como las escenas más inolvidables pueden ser tan triviales?
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La Chica En El Bosque //JENLISA//
Fanfiction-¿Quién eres en realidad, Lalisa Manoban? La pálida chica sonrió débilmente al escuchar aquello. -Creo que tu misma tendrás que conseguir la respuesta a esa pregunta, Kim Jennie. "¿No es curioso como las escenas más inolvidables pueden ser tan t...