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Capítulo 11

"emergencia"

Si no te equivocabas, había pasado al menos unas dos semanas desde que perdiste comunicación con Ransom

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Si no te equivocabas, había pasado al menos unas dos semanas desde que perdiste comunicación con Ransom. Y no sólo tu, toda la familia, habías escuchado a Marta decir una y otra vez "no se han podido contactar con Hugh", ¿estabas preocupada? Claro.

No lo conocía bien, no sabías nada de el, pero el hecho de que no se había reportado durante días te preocupaba.

Marta se iba y venía de la mansión, tu por tu parte comenzaste a descansar en la casa, últimamente los mareos te impedían hacer cosas, cualquier cosa te daba asco.

El mes de diciembre llegó más rápido de lo que pensabas, no pudieron faltar las decoraciones por toda la vecindad donde vivias.

Marta era amante de las decoraciones, tampoco tardo en mostrar su lado navideño.

—¿estas bien hija?— pregunto tu madre entrando a tu habitación con una taza de té.

—sip.....— dijiste sonriendo.

—te vine a dejar este, es té de manzanilla, es bueno para ti y para tu bebé— comentó sonriendo.

Asentiste con una sonrisa antes de acomodarte en la cama.

—iré con tu hermana a recoger sus calificaciones— dijo.

—será mejor que valla empacando— reíste.

—¡¡sabes que te escuche T/n!!— grito tu hermana menor desde algún lugar de la casa.

—en tu habitación se verá muy bonito el cuarto de mi bebé!!!— gritaste con burla.

Ya no obtuviste respuesta.

—ya dejen de discutir niñas.... Con cuidado, cualquier cosa nos avisas cielo— comentó acariciando tu mejilla para después salir del cuarto.

Tu con tu sonrisa inocente asentiste.

Con tan solo escuchar la puerta cerrase, festejaste internamente.

Bajaste las escaleras camino a la cocina, en busca de cualquier cosa que encontraras comestible.

Fue cuando sentiste un pequeño dolor en tu vientre. Automáticamente bajaste la vista aquel lugar causante de tu leve dolor.

Sentiste como tu alma dejaba tu cuerpo al sentir otra vez aquel leve dolor.

Tu respiración se volvió rápida, pensaste lo peor en ese momento, no querías pensarlo... Pero no lo podías evitar. Por suerte traías tu teléfono en la bolsa de tu pantalón. Lo tomaste y buscaste el contacto de Marta.

Marcaste el número y esperaste impaciente, estabas demasiado asustada. Las ganas de llorar vinieron a ti.

Ese leve dolor te estaba matando por pensar lo peor. Sabias sobre casos de abortos, no querías bajar la mirada a tus pantalones, tenías miedo que estuvieran manchados por un líquido rojo.

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