Discusión

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—El trabajo ya está hecho, señor —informó ese sicario con el nombre de Balthazar—. La chica ahora está muerta.

—Perfecto, ahora ven por tu paga —respondió el vampiro—, en el lugar donde te contraté.

Balthazar terminó la llamada por tener la ubicación en donde podría ir por su paga, sonriendo de oreja a oreja por imaginarse con tanto dinero en sus manos. Pensó por un segundo que ese hombre pálido iba a pagarle mucho más que sus anteriores clientes por matar a esa chica, sin entender la urgencia por deshacerse de ella tan rápido; trató de no darle importancia y solo hacer lo que le había ordenado hacer. Sin mostrar compasión al saber que esa rubia estaba embarazada, limitándose a solo pensar en sí mismo con demasiado dinero.

El hombre conducía con una gran sonrisa por esa oscura carretera sin percatarse de ese par de híbridos que lo seguían rápidamente. La rubia era la que se veía más desesperada por alcanzar a ese hombre que solo pensó en él mismo y no en los demás; siendo esa su motivación para saltar hacia un gran árbol, saltando hacia otro sin importarle dejar las marcas de sus garras sobre el tronco de ese árbol, ignorando también a ese albino que corría detrás de ella, mirándola un tanto sorprendido por su rapidez y por su fuerza a esta aferrarse a esos troncos como toda una profesional, saltando rápidamente de uno a otro logrando a rebasar fácilmente a ese automóvil.

Los ojos de Elsa eran oscuros como la noche, las venas y ojeras que había debajo de sus ojos la hacían verse intimidante ante cualquier humano, sus garras estaban incrustadas en el tronco de ese árbol mientras miraba como ese automóvil se iba acercando hasta donde ella estaba. Saltando hacia esa carretera cuando lo vio demasiado cerca de donde estaba escondida, mirando cómo ese hombre se apresuró a pisar el freno cuando vio frente a su automóvil a esa rubia que estaba seguro que había asesinado hasta hace unos minutos; quedándose sorprendido de verla de pie sobre ese frío asfalto sin poder quitarle esa mirada oscura de encima.

—Es imposible —se dijo a sí mismo—. Yo te asesiné.

Por un momento creyó que estaba enloqueciendo, pero esa idea abandonó su cabeza cuando vio el cabello mojado de esa chica, siendo esa una prueba de que la había ahogado, que era imposible que estuviera de pie cuando él recordó que ese cuerpo había dejado de moverse.

Negó con su cabeza al negarse a creer que en verdad fuera la misma mujer la que estaba de pie a unos pocos metros de su automóvil; viéndola usar ese holgado vestido blanco que estaba cubierto de su propia sangre, ensuciándose la tela de la parte del pecho, sus hombros estaban descubiertos, permitiéndole notar que esa enorme cicatriz que le vio cuando la estaba ahogando había desaparecido como si esta nunca hubiese estado allí, el largo de ese vestido le llegaba arriba de las rodillas haciendo que se percatase que estas estaban sucias de tierra por haber caído por culpa de esos disparos que le había dado, esa prenda de ropa no portaba mangas, observando que la herida que le había causado en su brazo derecho había desaparecido por completo, quedándose solo su sangre seca sobre su piel.

Era imposible que fuera la misma chica que había asesinado hace unos minutos, o eso creyó hasta que esa sangre que se había quedado sobre su piel y ropa le hacían pensar lo contrario. Eso sin contar que su cabello aún escurría pequeñas gotas de agua, siendo otra prueba de que era la misma mujer que suplicó por la vida de su bebé; escuchando los latidos de su corazón acelerarse cuando vio fijamente esos ojos oscuros en donde parecía que estaba oscuro al solo ver el color negro en ellos.

Se armó de valor cuando el recuerdo de su preciado dinero se hizo presente, sonriendo por estar seguro que esta vez se encargaría de acabar con la vida de esa rubia. No dudó cuando aceleró, conduciendo directamente hacia esa mujer que no se movía o inmutaba con esas cegantes luces que, aunque podría haber dejado ciego o desorientado a cualquiera, a Elsa parecía que ya no le afectaba, aún podía ver claramente el rostro del hombre que la asesinó, sonriendo cuando vio que este era el que se estaba acercando hasta donde ella estaba de pie, mirándose tan tranquila a la espera de este cortara los pocos metros que los distanciaban.

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