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—Elsa, hija —respondió Iduna al otro lado de la línea—. Estuve esperando la fotografía con el vestido que te envié.

—Sí, lo siento. No pude enviarla.

—Bueno, solo procura enviármela hoy —pidió con amabilidad—. ¿Qué te pareció el vestido? Ya sé que no es el mismo que querías, pero no pude evitar cambiarlo cuando vi ese vestido. Te aseguro que te verás tan hermosa el día de tu boda, serás la mujer más hermosa de todo el mundo.

—Mamá, hay algo que debo decirte.

—¿Qué sucede?

Elsa se tomó unos momentos para armarse de valor, acercando la uña de su dedo pulgar, comenzando a morderla al sentirse nerviosa por lo que estaba a punto de decirle. Tragó con pesadez, siendo tan notorio el miedo y el nerviosísimo que sentía por la reacción que tendría su madre ante la noticia.

—La boda se canceló —dijo finalmente—. John y yo no nos casaremos.

Todo fue silencio al otro lado del teléfono, escuchándose solo la respiración pausada de su madre, estando segura Elsa que, probablemente no podía tan siquiera moverse o decir algo por la sorpresa de esa noticia.

—¿Esto es una broma? —preguntó con una sonrisa—. Porque no me parece gracioso, no me gusta que me hagan este tipo de bromas.

—No es una broma, mamá —aclaró—. No voy a casarme con John, perdóname.

—Dime qué están jugando conmigo, que esto es una broma —pidió, borrando su sonrisa al escuchar una respuesta negativa por parte de su hija—. Pero... ¡¿Cómo puedes hacerme esto a solo unos días de la boda?!

—Mamá, por favor cálmate —pidió Elsa—. No quiero que te alteres de esa manera.

—¡¿Cómo quieres que me calme, Elsa?! —gritó la mujer al otro lado del teléfono, dejando expuesta su molestia—. ¡No puedes cancelar el matrimonio cuando están a solo unos días de casarse! ¡¿Qué les voy a decir a los invitados?! ¡¿Qué van a decir los padres de John?! ¡¿Has pensado tan siquiera en lo que tu decisión está provocando?!

—Sí, mamá. Estoy consciente de eso.

Elsa fijó su mirada al albino que desempacaba su ropa por ella, encargándose incluso de quitar del armario ropa que le pertenecía al querer dejarle más espacio a su amada. Terminó de colgar un vestido, volviendo a la cama en donde la rubia estaba sentada cerca de la ventana, escuchando con fastidio los reproches de su madre al saber la cancelación del matrimonio, intercambiando una mirada con Jack cuando él se quedó unos segundos de pie frente a la cama, tomando otro vestido que colgó al lado del otro.

—¡No puedes hacer esto, Elsa! ¡Debes hablar con John, estoy segura que si hablan sus problemas se solucionarán y volverán! —insistió la mujer—. No puede ser tan grave lo que pasó para que tomes la decisión de cancelar el matrimonio, por favor, piénsalo bien hija. Estás a punto de arruinar tu vida si dejas ir al hombre de tu vida.

—Mamá, él no es el hombre de mi vida —respondió, subiendo a esa ventada en donde podía ver la hermosa vista que había al otro lado—. Y debes entender que no hay marcha atrás, no voy a volver con él y aunque lamento hacerte daño, ya no puedo seguir estando con un hombre que no amo. Así que te pido que respetes mi decisión de cancelar el matrimonio.

—¡No, Elsa! ¡Entiende tú que no puedes hacer esto a solo unos días de la boda! —gritó Iduna, tornándose su rostro de un color rojizo ante el enojo que sentía en ese momento—. ¡Dime, ¿qué les voy a decir ahora a los invitados?! ¡¿Cómo les voy a decir que la boda se cancela a menos de dos semanas?!

—No te preocupes, yo puedo llamarlos —trató de tranquilizarla—. Solo quiero que te calmes, todo se va a solucionar, mamá.

En su mente le parecía en cierto punto gracioso que fuera ella quien tratara de tranquilizar a su madre y decirle que todo mejorará, cuando era Elsa quien estaba cancelado su boda a solo unos pocos días, que estaba tratando de hacer sentir mejor a su madre como si la que hubiera cancelado su boda hubiera sido Iduna. Dibujó una pequeña sonrisa en su rostro al cruzarle ese pensamiento por su cabeza, siendo una de las pocas novias que se alegraba de haber cancelado su matrimonio a menos de dos semanas; sintiéndose ahora una mujer libre al haberlo hecho.

DesiderátumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora