Mellizas

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—Son tan hermosas —dijo Mavis.

Las miradas de Mavis y Elsa estaban colocadas sobre esas pequeñas mellizas que parecía que ninguna de las dos podía dejar de verlas. Sonriendo la rubia por mirar a esas dos bebés con sus pieles pálidas, sus ojos estaban hinchados y cerrados por su recién llegada a este mundo, sus pequeñas manos no dejaban de moverse, sosteniendo una de ellas la blusa de Elsa, aferrándose esa bebé rubia a la blusa de su madre.

—Creo que alguien te quiere cerca —comentó Mavis, sonriendo por ver a esas mellizas que sentía que eran sus nietas.

Elsa miró como esa pequeña mano pálida la tomaba de su blusa, mientras su otra mano se liberaba de esa manta, moviéndola contra su rostro al hacerla puño, notando la rubia como su hija se esforzaba para abrir sus ojos, sonriendo aún más cuando Anne, finalmente logró abrir sus ojos, mirando todo lo que había a su alrededor con algo de extrañeza al ser la primera vez que veía esa habitación algo oscura, deteniendo su mirada al encontrarse con el rostro de su madre, mirándola por unos largos segundos como si le resultara fascinante el verla.

—Hola, mi pequeña Anne —saludó Elsa con una sonrisa—. Soy tu mamá.

Se sintió sorprendida cuando la vio sonreír, juntando simplemente sus labios y formando esa pequeña sonrisa sin dejar expuesta su lengua o sus encías. Elsa no pudo evitar acercar a su hija a ella, dejando un beso sobre su frente, mientras su mirada apreciaba esos ligeros cabellos rubios que había sobre su cabeza, sonriendo sin dejar de besarla por tenerla entre sus brazos; entendiendo que esas bebés que había entre sus brazos eran una mezcla de ella y de su señor. Ambas eran una combinación perfecta de ellos.

—Reconoció tu voz —le dijo Jack.

Elsa separó sus labios de la frente de su hija al escuchar las palabras de Jack, fijando su mirada a ese albino que seguía de pie a su lado sin ningún tipo de expresión, mirando a esas mellizas con algo de seriedad. Su cuerpo parecía haberse quedado congelado en el momento en que vio a su rubia tomar en brazos a esas dos niñas; sin aún poder creer que él fuera su padre, llegando incluso a recordar que, la idea de él procreando era una broma al sentirse seguro por ese lado vampírico que lo hacía pensar que no podría hacer que alguna mujer quedara embarazada.

—¿De verdad? —preguntó Elsa emocionada—. ¿De verdad podías escucharme, Anne? Si es así, nunca olvides que te quiero mucho, tu papá y yo te queremos mucho.

Jack se alejó un paso de esa cama cuando vio como esa bebé se acercaba más a Elsa, escondiendo su rostro en el pecho de ella, cerrando de nuevo sus ojos por aún no acostumbrarse a esa nueva visión. Quiso salir de esa habitación en el momento que vio como era ahora Eloísa la que tomaba la blusa de Elsa con una de sus manos, comenzando a patalear para apartar esa manta de su cuerpo, aferrándose en todo momento a la ropa de su madre.

—Hola, mi pequeña Eloísa —saludó Elsa con voz suave—. Bienvenida, hermosa.

Los ojos de Elsa inspeccionaron a esa segunda bebé que sostenía en su brazo derecho, apreciando el gran parecido que tenía ella con Jack: viendo que esos pequeños cabellos que había sobre su cabeza eran de color blanco al igual que el de su señor, su piel era pálida y suave, sus labios pequeños eran tan finos que de inmediato pensó en los labios de Jack, en esos que tantas veces había besado y dibujado en alguna hoja de su libreta. Le sonrió a esa bebé que también tuvo dificultad para abrir sus hinchados ojos, dejando expuestos esos ojos color miel y azul.

—Es igual a ti, Jack —dijo Aster, quedándose de pie a un lado de Mavis—. Así eras tú de pequeño.

Elsa sonrió por ver que Eloísa había sacado los ojos de su señor; recordando como antes deseaba que alguna de sus hijas tuviera heterocromía al ser los ojos de su señor lo que más le gustaba de él, sin aún poder creer que una de sus mellizas si tuviera los mismos ojos que Jack. Se acercó hasta esa bebé albina, dejando un beso sobre su frente por sentirse tan feliz de que ellas finalmente estuvieran entre sus brazos; viendo que todo el dolor que conllevó el parto y el rechazo que antes había vivido a lado de Jack, cuando ambos se enteraron de su embarazo, había valido totalmente la pena al ahora tenerlas entre ellos.

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