Latidos

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La sonrisa de Tadashi se hizo presente en su rostro cuando abrió ese sobre en donde estaba esa invitación para la boda de Jack y Elsa, negando ligeramente con su cabeza cuando finalmente recibió esa noticia que sabía que en algún momento de su vida pasaría.

—¿Qué es eso? —preguntó Merida, llevando en brazos a su hijo.

Tadashi se dio la media vuelta, extendiéndole esa invitación para que su esposa la viera. Tomó a su hijo en brazos cuando la pelirroja leyó las palabras que estaban plasmadas en esa invitación oscura. Leyendo los nombres de Jack y Elsa, la dirección en donde se realizará y la hora, asintiendo con su cabeza al ver que habían pensado en los vampiros por elegir una hora en la que el sol ya no estaba.

—¡Vaya! —exclamó Merida—. Se van a casar antes de lo que creía.

—Extrañamente yo siento que se tardaron en comprometerse —añadió Tadashi con una gran sonrisa—. Desde que era un niño sabía que esos dos terminarían así.

Uno de los meseros se apresuró a llevarle ese sobre blanco a su jefe. Siendo este el qué ahora recibió Miguel en su restaurante, agradeciendo a su empleado por tomarse esa molestia de llevárselo hasta su oficina, abriéndolo e inmediatamente sonreír por recibir la noticia de que su amiga se casaría dentro de poco, levantándose de su asiento y salir de esa habitación.

—¡Escúchenme todos! ¡Una de mis amigas se va a casar! —informó en un grito—. ¡La casa invita!

Los gritos de los comensales no se hicieron esperar por saber que no tendrían que preocuparse por pagar lo que habían consumido. Siguiendo Miguel con una gran sonrisa mientras volvía a leer esa invitación que le habían entregado hasta hace unos momentos; alegrándose por su amiga.

La puerta principal fue cerrada una vez que ese rubio recibió ese sobre, mirándolo con extrañeza al no saber acerca de su contenido. Se dirigió a la cocina para tomar un cuchillo, abriéndolo con delicadeza al no querer arruinar lo que había en su interior, sacado esa invitación para la boda.

Arturo se sintió sorprendido por ver que su mejor amiga estaba a punto de casarse, sintiéndose culpable cuando una sonrisa se hizo presente en sus labios, alegrándose por ver que había encontrado al hombre indicado. Pensando involuntariamente en ese hombre que le contaba que había escuchado en sus sueños.

—Finalmente lo encontraste —susurró Arturo.

Se apresuró a guardar esa invitación dentro de ese sobre cuando escuchó los pasos de su hermano acercarse hasta donde él estaba, tratando de ocultar su nerviosismo cuando John entró también a la cocina con esa típica expresión demacrada que llevaba desde el día del accidente.

—Hola, hermano. ¿Cómo te sientes?

—Igual que siempre —arrastró sus pies hasta llegar a la nevera—. ¿Han llamado mamá o papá?

—No, pero no deben de tardar —se silenció cuando en ese momento se escuchó el teléfono de la casa de Arturo—. Deben ser ellos, voy a responder.

Arturo tomó ese sobre rápidamente, llevándolo detrás de su espalda sin haber visto o escuchado como esa invitación cayó al estar el sobre al revés, siendo visto por ese rubio que cerró la puerta de la nevera. Arrastró sus pies hasta tomar esa invitación oscura, abriendo sus ojos por la sorpresa de leer aquella noticia de su antigua novia.

Ella se había comprometido con esa cosa que parecía no ser humano, sintiendo su pulso acelerarse, comenzó a sentir que su respiración se aceleraba con demasiada rapidez y el sudor en su cuerpo no tardó en llegar. Tembló con temor al recordar lo que ese albino le había hecho, mirando su mano quemada sin intención de levantar la manga de su sudadera por el desprecio que sentía de ver su piel en ese estado por culpa de ese ser.

DesiderátumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora