Siempre

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Todos guardaron silencio cuando vieron a Jack y Elsa bajar por las escaleras sin decirse una sola palabra, deteniéndose ambos al estar frente a esa pareja de vampiros: Aster y Mavis.

—¿Quiénes son Vladislaus y Adam? —investigó Jack.

La pareja intercambió una rápida mirada antes de que alguno de ellos se decidiera hablar acerca de esos dos poderosos vampiros.

—Será mejor que todos nos sentemos —sugirió Mavis—: Porque van a escuchar una larga historia.

El sonido de las pisadas de los presentes no se hizo esperar cuando todos se dirigieron a la sala de estar. Flynn, Shank y Hiccup compartieron el sillón más grande, mientras que Mavis y Aster: ese amoldado sillón que había sido creado justamente para que lo compartieran dos personas; Jack le hizo una señal a Elsa con su cabeza para que se sintiera con la libertad de tomar el asiento sobrante, agradeciendo la rubia por esa cortesía y tomando el sillón unipersonal, dejando que el albino se quedara de pie a su lado sin decir nada y solo cruzándose esté de brazos.

—Hubo una época en que las personas poseían un hermoso color de ojos, siendo estos rojos y amarillos —comenzó a contar Aster—. Y lamentablemente existió una mujer que tenía unos brillosos ojos rojos, la gente incluso decía que parecían unos preciosos rubíes. Ella tenía una vida normal, un esposo que la amaba con locura aun cuando este le llevaba de diferencia de edad cinco años; estaban tan enamorados que no pasó mucho tiempo antes de que quedara embarazada. Pero, lo que no sabía era lo que antes había hecho su esposo para poder protegerla.

—¿Y esto qué tiene que ver con mi pregunta? —interrumpió Jack.

—Te estoy contando la vida de Vladislaus —le contestó Aster antes de continuar—. El nombre de la esposa de Vladislaus era Beatriz Potts. Un día, alguien comenzó a esparcir un falso rumor de que todas las personas que tenían ojos amarillos eran brujas o brujos, y que los de ojos rojos eran demonios disfrazados de humanos; la gente era muy ignorante en esa época que era fácil hacerles creer ese tipo de cosas, así que no dudaron en creer en los falsos rumores que comenzaron a escucharse por todo el pueblo.

Elsa logró imaginar claramente esa dura escena de todas esas inocentes personas que debían ocultarse en sus hogares para que la gente del pueblo no les hiciera daño, siendo un esfuerzo totalmente inútil a estos entrar a la fuerza a sus hogares por esas personas con esos peculiares colores de ojos. Llegando incluso a imaginarse los gritos que debieron escucharse esa noche, esos gritos envueltos en súplicas y en inútiles esfuerzos para tratar de convencer a esa ignorante gente que solo se estaba dejando guiar por unos falsos rumores que tal vez, había inventado alguno de ellos.

—La gente asesinó a todas esas personas que tenían ese tipo de color de ojos, llegando incluso a quemarlos por creer en la existencia de la brujería y en los demonios. Se dice que a algunos los colgaron o decapitaron si los consideraban demonios disfrazados —contó Aster—. Afortunadamente o más bien, desafortunadamente, Beatriz y Vladislaus lograron escapar esa noche de la furia de la gente del pueblo, pero él no se quedó tranquilo al temer por la vida de la mujer que tanto amaba, así que no dudó un solo segundo en hacer todo lo posible para mantenerla a salvo y poder protegerla de cualquier cosa. Aceptando la idea de venderle su alma a Lucifer.

Todos —excepto Jack y Mavis— se miraron sorprendidos por saber esa parte de la historia, dirigiendo sus miradas al peligris a la espera de que este continuara con su relato. Ignorando la gran sorpresa que sintieron por saber lo que había hecho ese vampiro por la mujer que amaba.

—La gente decía que las personas de ojos rojos se alimentaban de la sangre de los humanos o de animales, así que Vladislaus les daría a todos lo que tanto querían y que a la vez temían. Vendió su alma a Lucifer, pidiéndole a cambio fuerza sobrehumana para que nada pudiera detenerlo, inmortalidad asegurándose con eso de no pagar su deuda, rapidez para poder atacar a todo aquel que se atreviera a meterse con su esposa, hipnotizar a cualquier ser vivo, escuchar y ver los pensamientos de las personas para saber lo que planearían y el disfrutar de beber sangre humana.

DesiderátumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora