Carne

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Un mes después.

—¿Estás segura que no quieres que invitemos a tus tíos de Texas? —preguntó Iduna—. Estoy segura que ellos traerán miles de regalos para ti.

—Estoy segura, mamá —respondió Elsa, fijando su vista a esa libreta—. Solo quiero que estén ustedes, los padres y hermanos de Jack, y nuestros amigos más cercanos. Ya te dijimos que no queremos una boda grande.

Su cabeza dolió ligeramente cuando recordó ese día donde anunciaron su decisión de tener una boda pequeña, olvidándose incluso Iduna que la idea de que ahora viviera Elsa con el que es su prometido no le agradaba, colocando en primer lugar esa decisión que no estaba de acuerdo en absoluto. Imaginando siempre que la boda de su hija sería gigantesca y con miles de invitados, reusándose a que ese sueño no se hiciera posible por culpa de Jack.

Le tomó varios minutos a Elsa convencer a su madre para que a aceptara su decisión, accediendo de mala gana al ver la seguridad de ambos, sabiendo muy bien que era un esfuerzo inútil el tratar de hacerlos cambiar de opinión. Aceptando y prometiendo no volver a tratar de intervenir en sus decisiones, después de todo; ella ya tuvo la oportunidad de tener dos bodas con las cosas que le gustaban.

—¿Y qué te parece tus primas de París? —investigó la mujer, sentándose a un lado de su hija—. Ellas estarán complacidas de asistir a tu boda, eso sin mencionar que son muy populares en redes sociales, podrían incluso hacerte famosa por ellas.

—Mamá —dijo con fastidio.

—Está bien, como tú quieras —se rindió Iduna, cruzándose de brazos—. Les prometí no volver a meterme en tus decisiones y eso mismo voy a hacer, después de todo... Yo no seré quien reciba tan pocos regalos.

—Agradezco que lo entiendas, mamá.

Elsa le sonrió a su madre por admirar el esfuerzo sobrehumano que hacía para no tratar de meterse en sus decisiones, respetando esa promesa que ella misma se había hecho frente a ellos. Dejó de mirarla y subió esos lentes de cristal que resbalaban por el tronco de su nariz al tener de nuevo su cabeza agachada, mirando esa hoja blanca en donde estaba escritos unos pocos nombres.

—Y a todo esto... ¿Dónde está el novio? —preguntó Iduna, chasqueando su lengua—. ¿No debería ayudarte a preparar la boda? Digo, es lo que haría un novio que estaría muy comprometido con su boda.

—Mamá —dijo con pereza, notando como aún trataba de hacerla cambiar de opinión—. Jack, está arreglando unos papeles que le piden para nuestro matrimonio, pero él me ayuda mucho. No tienes que hablar así de él.

—¿De verdad? —cuestionó con una risa burlona—. ¿Aún sigues creyendo que es el hombre perfecto para ti? ¿No te has decepcionado aún de él?

—No mamá, y no creo que sea el hombre perfecto para mí, yo estoy segura que lo es.

—Bueno, entonces supongo que vas a invitar a, Arturo a tu boda —miró como su hija suspiró con pesadez, dejando de escribir los pocos nombres de sus invitados—. Porque hasta donde yo me quedé, él era tu mejor amigo, de hecho, el único que hiciste en la ciudad. Creía que era como un hermano para ti.

Elsa asintió con su cabeza al escuchar a su madre recordarle esa parte de su pasado. Olvidando cuando fue la última vez que había hablado con su rubio amigo, moviendo su bolígrafo entre sus dedos cuando comenzó a sentirse ansiosa por la reacción que tendría Arturo por recibir esa invitación, estando segura que le gritaría de la misma manera en la que le gritaron sus padres. Terminando de odiarla esa familia.

Recordó como un día después de hablar con sus padres, llamaron al celular de Iduna, pidiendo hablar urgentemente con Elsa sin dar una sola explicación, siendo Harold y Lilian los que la buscaban, gritándole malas palabras a Elsa y culpándola de todo lo malo que le pasó a su hijo, incluyendo ese accidente que había tenido John. Mintiendo este al decir que había sido culpa de un accidente automovilístico, callándose la verdad de ese brazo quemado, teniendo por su vida y esperando que Jack no fuera por él.

DesiderátumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora