Batalla

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Mérida dejó escapar un suspiro, levantando su mano y apagando ese fuego al sacar de sus manos nieve con un color azulado, congelando el césped y desapareciendo esa barrera que los ayudaba a distanciarse de la gente de Drácula. El vampiro sonrió por ver que ya no había algo que les impidiera ir hasta ese albino que era su único nieto, quedándose de pie detrás de esos vampiros y de esos licántropos, cruzándose de brazos y verlos prepararse para atacar en cuanto ese vampiro les diera la orden.

—Tráiganme a esas bastardas y maten a todos los que traten de detenerlos.

Los vampiros corrieron hacia donde estaba ese albino que se miraba impasible por verlos acercarse hasta su hogar, observando que algunos licántropos corrían a cuatro patas o a dos como si fuesen humanos. Jack solo podía mirar fijamente a ese vampiro que vestía de túnica negra, sonriéndole a su nieto por saber que había provocado que se enfadara por la mención de Susan. Drácula observó a ese híbrido sacar su espada de su funda, corriendo él primero hacia esos vampiros que estaban dispuestos a quitarle a sus hijas, clavando esa espada a uno de ellos.

Adam comenzó a lanzar sus flechas a esos vampiros que trataban de atacar a Jack, escuchándose también el sonido de esas pistolas ser presionadas del gatillo por Tadashi, incrustando esas balas hechas de platas y mojadas con agua bendita a esos hombres y mujeres de piel pálida. No se tomó el tiempo de ver como esos vampiros gritaban de dolor por sentir esa bala en su cabeza, sintiendo su cabeza arder junto con su cerebro, cayendo con un color grisáceo al césped por ahora tener su cerebro destruido como si los hubieran metido en ácido; sintiendo lo mismo cada que uno era atravesado por esas flechas que pertenecían a ese imponente híbrido.

Drácula no pudo evitar ensanchar aún más su sonrisa al ver la desesperación en el rostro de Jack por querer llegar hasta donde él estaba, mirando como fue detenido por todos esos vampiros que colocaron sus manos en el pecho o brazos de él. No se sintió sorprendido por ver como Adam, Tadashi, Flynn, Aster y Mavis fueron los primeros en correr a su ayuda, quitándole de encima a esos vampiros que se esforzaban por romperle el cuello o quitarle esa espada; siendo ese castaño de cabello largo el más rápido y fuerte en quitar todos esos cuerpos que querían herir a su líder.

Un fuerte gruñido salió de Estoico, pareciendo como si con eso les diera la orden a todos los licántropos de transformarse para proteger a Jack, mirando el vampiro a esas personas correr mientras sus cuerpos cambiaban a esa mezcla de humano y de lobo. Los licántropos atacaron a los vampiros y algunos otros a los de su especie, siempre teniendo en su mente el proteger a ese albino; siendo él o Adam, los únicos que tendrían la fuerza suficiente para acabar finalmente con ese viejo enemigo. Honey también vio con tranquilidad como esos vampiros que estaban del lado de Jack se unieron a la pelea, luchando con esos bastones que tenían dos estacas, con esas dagas o pistolas; sin atreverse a mostrar su sorpresa por ver que ellos se habían preparado estos meses.

La mirada de ambos vampiros se posó en esa bruja que atacaba como una profesional, creando alrededor de ella una barrera de fuego que les impedía a los licántropos acercarse hasta Mérida, quemando a más de uno que trataba de atacar a Jack por la espalda; dejando de mirarla para ahora ver a Adam: viendo como ese largo cabello castaño se movía al ritmo de su cuerpo cada vez que giraba o se agachaba para no ser herido por alguno de ellos, moviendo sus brazos con velocidad para sacar una flecha y lanzársela a cualquiera que quisiera herir a ese albino, salvándole la vida en más de una ocasión junto con esa bruja y ese vampiro que no dejaba de disparar, teniendo que ser rápido cuando necesitaba cambiar los cartuchos de sus armas.

Miraron a Tooth y a Emma clavar esas dagas en los pechos de algunos de ellos, viendo que incluso también les cortaban los cuellos a esos licántropos, alejándose estos por ver que su herida no sanaba y que la sangre seguía cayendo a gran cantidad, manchando el rostro de ambas con esa roja sangre que tenían esas bestias mitad animal; Jaime y Luca movían esos bastones bō con agilidad, clavando con rapidez y facilidad esas dagas de plata o de madera a esos vampiros y lobos, utilizándolo algunas veces para evitar que el hocico de alguno de ellos llegara hasta sus rostros.

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