¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capítulo 25
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Tengo un anuncio que hacerles. Cumpliré con el mandato de La Orden. — Les hablo a todos los presentes de la capilla Von a la vez que pasó mi brazo por alrededor de la cintura de mi nueva esposa y al ver sus rostros de desaprobación - Gente parecen sorprendidos..., y más se sorprenderán cuando vean lo que está por venirse.
Esa pelea con Ar me puso de malas, no podía controlarme ni concentrarme a lo que iba anunciar, antes tenía pensado crear un numerito para hacerlo más intenso para todos pero pronto se me quitó las ganas.
Durante la ceremonia de cuando nos casamos Orange y yo, con mi padre al frente, Alexander, hicimos ése acuerdo muchas horas atrás, era un favor que me debía y se lo cobré. Le había pedido que echara una ojeada al libro gris prohibido del conjuro y encontrará algo para que me ayudara y diera un poco más de poder para utilizarlo contra los secuaces que nos acechaban peligrosamente hace varios días. No fue fácil manipular algo tan peligrosísimo, pero con la habilidad de Alexander, sólo gracias a él, absorbí un poco de aquel poder destructivo. Ése mismo rito fue de buen provecho durante al momento de casarnos, infiltradas esas palabras en las oraciones para que Orange no se diera cuenta.
Cuando Alexander y yo nos vimos otra vez a solas, con mirada de lamento me lo mencionó directamente que no era un poder cualquiera, era el mismísimo poder letal dividido en partes que liberó, que no pensaba decírmelo porque yo se lo impediría de una o otra forma.
¿Cómo, se podía dividir aquel poder?
Ahora el ritual cambió, la cosa era exactamente la misma, pero con distintos conjuros prohibidos en ambas mitades. Debía hacerlo, está noche debía intercambiar sangre por sangre con la persona que siente verdadero amor hacía mi, o sea humana o vampiro, no importaba, pero con eso bastaría. Mi padre me dió las indicaciones como hacerlo, pero si no funcionaba con ella, Orange nunca fue la elegida de mi vida.
Recuerdo que Alexander me dijo antes de regresarse a la mansión:
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.