¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me le acerqué sin pensar del peligro que estaba corriendo, no lo pensé, la desesperación que se apoderaba de mi corazón me segaba el juicio.
Cuando estuve a punto de alcanzar a Ash Leonardo, en ese mismo instante pareció girarse para alejarse, pero lo retuve con un grito:
— ¡Espera!
Ash se quedó ahí detenido sin voltear la mirada hacia mi dirección, tenía como un aire triste y a su vez enojado.
— Mírame, soy yo. —le digo con suavidad para no provocarlo.
El vampiro despacio voltea su mirada y me ve de lado, parece aturdido, perdido...
Suspiró y me reprochó enseguida:
— ¿Qué creés que hacés en este lugar, niña?
— Ash...
— ¿Qué quieres? —El vampiro me mostró los colmillos, similar a cómo lo hace un animal cuando advierte.
Si él me intentaba intimidar no lo conseguiría, no tengo tiempo ni lugar para tener miedo ahora, tal vez después. Pero si perdía su control y me mataba tampoco me importaría.
— Ayúdame y yo te ayudo. —Solté de pronto. Era lo primero que se me ocurría decir después de 20 años sin hablarnos civilizadamente ¿o no?
— ¡Qué! —Su mirada enfadada se transformó confundida.
— Ash... sé que, no sé... si me recuerdas. —Digo esto no estando tan segura por la desesperación que sentía. - Soy Elizabeth Shepherdson, me conoces... porque fuiste el novio de mi madrina Rosana Pérez. Ibas a visitarnos cuando yo era muy chica..., mira... te traje algo.
Con cuidado busqué la caja en mi bolsillo de la mochila que había guardado el día anterior, la abrí frente a sus ojos y le enseñé la rosa blanca que estaba más por la mitad ya negra de marchita.
Estiré mi brazo y sostuve por el tronco espinoso el tiempo necesario en mi mano la rosa.
Ash tenía una mirada de asombro, sin quitar la vista de la rosa me preguntó susurrando: