Luna Naranja ~ Capítulo 27 ~

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Nadie más ni nadie se atrevió a interferir

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Nadie más ni nadie se atrevió a interferir. Bebimos las sangres compartiendo las copas mientras los murmullos de los presentes eran una ola para mis oídos.

Cerré los ojos unos momentos esperando sentir el efecto, las líneas y los garabatos del libro abierto frente a nosotros, no estaban brillando, tampoco surgió nada nuevo con Orange. e

¡Maldición! No ahora..., lo necesito.

Tomé mi pañuelo que traía y le pasé por sus labios y mentón a Orange quitando las manchas de sangre. Le sonríe y no le dije nada para que no notara que surgió un problema con el poder que debía haber obtenido para que se completara una parte del temiblepoder.

Ahora... he vuelto al punto cero, bueno, casi cero. El poco poder que había obtenido antes se estaba vaporizando como el agua en un desierto, quiero decir que lo gasté con esos fuertes vampiros que maté hace rato.

Pocos minutos después nuestras cortadas, la de ella y la mía se empezó a cerrarse.

La ceremonia acabó, le pedí a Orange que se quedara con Grisa y Rosalie mientras, les dije que debía ir a tomar aire por la ciudad un rato.

Desapareci con el viento y pronto me veo de nuevo rodeado en soledades. Iba a volver a la feria pero me dirigí al último lugar que esperaba regresar.

La luna color naranja está bellísima, en media hora iba ser blanca de nuevo.

Caminé por las calles oscuras del barrio Valley. Algunas personas que se cruzaban por mi lado no podían evitar verme raro.
Iba a decirles: ¿tengo monos en la cara?
Pero me contuve con cada uno de ellos.

Me paré en la otra esquina frente a la casa de Los Shepherdsons a mirar.
Repase cada instante que me sentía a gusto y me hacía tan feliz compartir salidas con Rosana y la chiquilla Liz.

¿Qué habrá sido de Ros? Oí que salió del país poco después de que yo desaparecí.
Sería un ingenuo si creyera que esa mujer lo hubiera hecho por mí, porque eso sería demasiado.

De pronto mis ojos se abrieron al ver a Elizabeth salir afuera de la casa y sentarse en el mismo lugar en lo cual en el pasado solíamos los dos sentarnos.

Sonreí con melancolía.

A está chica no la había visto bien de lo tanto que había crecido por intensidad de la tensión y la obligación del mandato.
Es más bonita de lo que creí. - Tragué saliva.

Si me le acerco seguramente la voy a asustar. No era mi intenciones hacerle daño pero se lo hice, y si verdaderamente recuperó sus recuerdos... me odiará aún más.

Ya que, lo hice, me le acerqué con mis pasos flash y me paré detrás de ella.

Elizabeth dijo algo creyendo que yo era su hermano, a pocos momentos se dió cuenta que era yo y le hablé esforzando la voz con la tonada que utilizaba cuando ella era una niña pequeña.

Wow. No ha cambiado nada en Valley... a igual que tú. Ya no eres pequeña. Linda luna ¿verdad?

Giró su cabeza y me vió, podía sentirla lo asustada que estaba.

— ¿No te lo prometí? ¿Dónde está mi rosa blanca? ¿no lo has olvidado, cierto? —le digo lo primero que se me ocurrió decir porque no me venía nada a la mente, y había pasado más de 20 años desde la última vez que me vió la cara acá en su casa.

Por desafortunado momento que sea la puerta de la casa se abrió, le iba decir como excusa lo cuánto sentía lo que le sucedió a su padrastro y de que no fuimos nosotros del clan, pero ése Gabriel que nunca conocí porque en ése tiempo él estaba internado, apareció y alcancé desaparecer como una bombilla.

Espero que no me haya visto...

¡Maldición otra vez!

¡Maldición otra vez!

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