¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Javier Reyes continúa allí pegado sin moverse junto a la cama de su antiguo colega de batalla. Han pasado 8 horas que está esperando a que despierte.
Que idiota es Javier. Debió haber estado para Ash cuando más lo necesitaba apoyándolo 20 años atrás, impidiendo su estupidez, su cometida estupidez.
Amaneció. Era la sexta vez que me adentraba en mi propio cuarto para verificar el estado de mi hermano. Javier no decía ni una palabra en buscar respuestas de mi boca.
Tuvimos un pasado bastante desagradable. Javier y yo, antes éramos de bandos contrarios; podría decir que peleábamos por el territorio donde se estacionan los bancos de sangres. ¿Y cómo acabó? La gente de la Villa ganaron, nos superaron en números y se hicieron escuchar. Por suerte nadie de los clanes murieron. Firmamos un tratado de acuerdo de que ninguno de nosotros debíamos pisar la Villa y ellos igual harían lo mismo en el territorio de mi familia Von.
Pero aquí está uno de ellos, obvio, violando el tratado.
Cuando levanté la mirada a Javier que estaba sentado encima de la mesa de luz, descubrí algo de pronto, vi algo en él, sentí que estaba preocupado en serio.
— ¿Qué? —Se dió cuenta, Javier.
— No es nada. —Me enderezo y cruzo de brazos.
— Ya dilo. —Insiste.
— Te veo diferente al pensar de que cruzarte el territorio prohibido.
— Rosalie Von, eso no es lo que quieres decirme.
— Me atrapaste. —Admito sonriendo. - Siento que te preocupas por él.
— Peleamos lado a lado ¿qué esperabas?
— Pero aún te preocupa Ash.
— ¿Qué? ¿Busca una conversación amistosa? ¿O buscas que me pierda de vista?
Yo no le digo nada, simplemente lo miro a los ojos. Javier iba a decir más pero se detiene, seguramente por mi cara pacífica.