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La continuación del capítulo anterior...
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Y me salí con la mía. Era lo que quería, pero mis locuras caprichosas lo estropeó todo.
Les cuento, faltaba media hora antes de que se armada los líos en plena calle.
¿Qué era a saber una nena en su edad que yo no era tan santo después de todo? He... lo era, en mis tiempos cuando era un humano guapetón, caballeroso y civilizado. Pero... ser un vampiro tiene sus consecuencias, actos atroces, causar dolor, estragos, decepciones y la parte que no hay que olvidar que sobresale de lo natural es dejarse llevar por la atracción de la sangre. También tiene sus ventajas ser vampiro... Por eso un vampiro no puede ilusionarse, ni tener amistades humanas, porque tarde o temprano un día te puedes despertar con sangre en las manos de la persona que amaste.
Oh lo siento... somos rompecorazones.
Íbamos en que acepté que me acompañara la señora Olivia Ramos hasta la parada de colectivos, pero luego dió ella otro giro y acabó por convencerme de que le acompañara a su casa, que estaba a unas cuadritas ahí no más.
Una vez parados en su vereda floral, Ramos comenzó a jugar con mi cuello del abrigo, y redondear con las palabras poniendo excusas para traerme más a ella..., - Eso quería que hiciera conmigo. - me dejé llevar con su aroma a sangre dulce que desprendía de su piel.
— Buen joven... he, lamento haberlo molestado con llegar hasta aquí y...
— Señora. Ramos, no hay porqué.
— He... no seas modesto... ¿Te puedo llamar Ash? —Ahora ella me toma de las manos.
— Desde luego. —Contesto imitando ser tímido para endulzar su confianza.
— Oh. A mi Oli, corazoncito. Lo menos que puedo hacer para agradecerte por salvarnos de esos salvajes es invitarte pasar a tomar algo caliente.
— Será un placer, Oli. —Digo comportando y dibujando una sonrisa inocente.
— Oh. Eres tan encantador. No hay caballeros como tú de dulce... —Olivia me acaricia la mejilla.