Capítulo Diecinueve: Ni Siquiera la Verdad.

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Me arrastré detrás de Snape levemente, consciente de que tenía que encontrar una manera de ver a Padre. Sólo para tratar de salvarlo. No quería que fuera a Azkaban, y sabiendo que estaría aquí hoy... Tenía que intentarlo. Pero sabía que Snape iba a hacer todo lo posible para asegurarse de que no lo hiciera. Tenía que averiguar una forma de escapar, pero necesitaba el momento perfecto. Tenía que estar segura.

Estaba lo suficientemente lejos detrás de Snape para ver su túnica ondearse detrás de su paso. Parecía llevar poder y gracia con él, y me di cuenta de que podía verlo para siempre. Luego me di cuenta de que parecía ser una psicópata, caminando detrás de él y observándolo. Aceleré el paso hasta llegar a su lado.

-Así que, ¿Qué vamos a hacer ahora, Snape? - Le pregunté con curiosidad. Seguramente el hombre tenía un plan. Él no era el tipo de persona que jugaba al azar. Snape, sin dejar de mirar al frente, respondió: 

-Vamos a revisar tus hechizos de defensa - me dijo con facilidad. Muy bien. Yo podria hacer eso. Aunque sería difícil escapar de su salón de clases. Voy a tener que jugar sucio.

Al llegar a su salón de clases, botellas de pociones y mesas llenas de pergaminos, libros polvorientos, calderos y tubos de ensayo, me recordaron a un científico loco. Recuerdo haber visto un libro muggle llamado 'Frankenstein' hace unos años. La imagen en el libro era similar a esta sala, pensé, divertida. Snape, el científico loco. Cerró la puerta inmediatamente después de entrar en la habitación, y luego caminó por la habitación. Se puso de pie a unos metros frente a mí.

Retiré mi varita de mi calcetín, y la sostuve en mi pecho. Él hizo lo mismo, luego las extendimos y comenzamos a caminar en círculos. Diez pasos, y luego nos batimos en duelo. Uno, dos, tres, cuatro... 

Pensé rápidamente en un hechizo ¿Expelliamus? ¿Desmaius? No, va a estar esperando esos. Tenía que usar algo impredecible. Ocho, nueve, diez...

Me volví rápido, con mi varita apuntando a su figura. Él respondió primero.

-¡EXPELLIAMUS! - él gritó. El rayo de luz me golpeó en el hombro izquierdo, me tambaleé hacia atrás. Caí al suelo, y mi varita voló de mi mano. Me apresuré a rodar rápidamente mientras él emitía su siguiente hechizo al suelo, donde había estado hace un milisegundo. Eché un vistazo rápido alrededor y vi mi varita. Salté a mis pies, agarrándola y posicionándome frente a él de nuevo. 

-¡LOCOMOTOR MORTIS! - me golpeó, y mis piernas de repente se unieron, imposibilitándome el caminar. Grité el primer hechizo que vino a mi mente.

-¡CONFUNDUS! - grité, y cayó. Éxito. Snape perdió el balance, momentáneamente confundido. Lo golpeé de nuevo. 

-¡INCARCEROUS!

Snape se tambaleó hacia atrás a su escritorio, sabía que lo tenía. Por una vez. Mi primer éxito contra Snape, y el momento perfecto, también. Estaba atado, cuerdas invisibles apretadas a su alrededor, por lo que le era imposible moverse. Corrí hacia él, y lo miré a sus ojos negros. Él sabía lo que estaba haciendo.

-¡NO! - me advirtió severamente. Yo me mantuve tranquila. 

-Lo siento - me incliné y le di un beso en la mejilla, y hui de la habitación, mientras escuchaba a Snape gritar detrás de mí con furia. Cerré la puerta detrás de mí. El hechizo desaparecerá pronto, así que tenía que usar mi ventaja.

Corrí hacia el vestíbulo, vacío y amenazante con su quietud y antorchas superficialmente tenues. Nada. Fácilmente me dirigí a la oficina de Dumbledore. Me colé por la escalera, tratando de oír a cualquier voz. Llegué a la puerta y, después de un minuto de silencio, me asomé. Estaba vacía. 

To Mend The Broken Heart (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora