Capítulo Quince: La Cena y el Desierto Más Dulce.

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Más tarde esa noche, recibí una carta, enviada por una lechuza que no reconocí. Era por parte de Snape. Salté sobre mi cama y abrí la carta, leyéndo con atención.

La nota decía:

Estimada Claudinia,

Nos vemos en las mazmorras en una hora.

-SS

La aferré a mi pecho, arrugando el pergamino ligeramente ¿Las mazmorras? ¿Por qué allá? He oído que Snape prefiere esa área para mantenerse en silencio. Era un lugar algo extraño para tener una velada romántica. Sin embargo, estaba emocionada. Salté de la cama y corrí hacia mi armario, abriendo de golpe las puertas para encontrar algo que ponerme.

Observé algunos atuendos antes de sacar una de mis mini-faldas negras y una ajustada camisa de manga larga blanca. Sabiendo que haría bastante frío en las mazmorras, tomé mi túnica. Todavía tenía diez minutos hasta el tiempo elegido, lo que me debe dar suficiente tiempo para hacer mi camino hacia las mazmorras. Mi cabello estaba todavía un poco húmedo, aunque era sólo perceptible por el frío. Mi cabello se secaría por completo en cuestión de minutos. Camisón se acercó a mí cuando empecé a salir por la puerta. Negué con la cabeza hacia ella.

-Esta vez no, Camisón - el felino maulló de nuevo. Suspiré -Lo siento - me disculpé. Salí al pasillo y cerré la puerta detrás de mí. Me sentí un poco mal por ella, estar atrapada en esa habitación debía ser atemorizante. Tal vez debería conseguirle una compañera... Espera ¿Qué estoy diciendo? La obtuve para que ella sea MI compañera.

No puedo encontrar a mi compañera una compañera. Eso me dejaría sin compañía. Sacudiendo la cabeza, seguí por el pasillo, todo el camino hasta las mazmorras.

Mientras me adentraba en el frío, húmedo y sombrío lugar, me di cuenta de por qué Snape venía aquí. ¿Quién en su sano juicio elegiría este lugar, de todos los lugares, para guardar distancia? Nadie. Razón por la cual Snape eligió este como su lugar para escaparse. Me adentré más aún profundo, mirando a mi alrededor. Había antorchas de luz en las paredes, pensaba que solo proporcionaban poca luz. Saqué mi varita desde su lugar habitual en mi calcetín.

-Lumus - murmuré, temía que mi voz pudiera hacer eco. La luz ayudó un poco, aunque todavía no veía ninguna señal de Snape. Me aclaré la garganta. 

-Snape - lo susurro­llamé. Esperé un momento, y sin suerte, llamé de nuevo - ¿Snape? ¿Dónde estás? - Estaba empezando a preocuparme ¿Y si todo esto ha sido un montaje? No tenía ninguna prueba de que se tratara efectivamente de la lechuza de Snape. Las mazmorras eran un lugar un poco raro, por encima de todo. Y si­...

-Claudinia - dijo una voz detrás de mí. Salté haciendo un giro total de ciento ochenta grados y apunté con mi varita al perpetrador. Era Snape. Me relajé dejándo que mi mano cayera a mi lado. 

-Lo siento... - reí nerviosamente. Él parecía natural, como si me hubiera estado esperando para asustarme.

-No hay problema - me aseguró. Dio un paso más cerca de mí, tomando mi mano con la suya. La examinó por un momento, trazando líneas imaginarias en mi mano con su dedo índice. 

-Quiero mostrarte algo - él me dijo. Le miré y asentí, dejando que me llevara allí, sin soltar mi mano.

Él me llevó a un lugar en las mazmorras, un poco aislado del resto. Observé el lugar, había una pequeña mesa llena de libros y pergaminos, una manta, que fue arrojada descuidadamente sobre la mesilla. Además, otra mesa, esta era más larga y más apta para cenar, estaba colocada entre dos sillas de madera, una vela encendida en el centro y dos platos adornados con comida que se veía completamente deliciosa, los cubiertos estaban sobre servilletas junto a los platos.

To Mend The Broken Heart (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora