Capítulo Treinta y Cuatro: Liderar el Camino Hacia La Seguridad.

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A mi alrededor, gritos de terror se hicieron eco. Las personas se dispersaron, corriendo por sus vidas, y aquí estaba yo, incapaz de moverme, entre mis compañeros.

-Iré a buscar la diadema - Harry anunció. Ron y Hermione se miraron esperanzados, antes de lanzarse a una historia acerca de buscar otro colmillo de Basilisco para destruir a los otros Horrocruxes. Harry lo aprobó, y se volvió hacia mí. Tropecé con las palabras.

-Voy a asegurar los límites y luchar contra Mortífagos y... A-atender algunos asuntos - les dije. En realidad, el plan principal era correr a la oficina de Snape y recordar, revisar sus cosas, y echarlo de menos terriblemente. Por supuesto, tenía algo más planeado para ayudar a la gente, también. Tenía la ventaja que nadie más tenía: Sadinia. Yo tenía un arma secreta, una poderosa, por cierto.

El trío no encontró fallas en mi plan. Ellos asintieron, y acordamos reunirnos más tarde, una vez que terminamos. Hermione y Ron se llevaron el Mapa del Mereodador, y les aseguré que encontraría mi propio camino. Mi madre en forma de gata a mi lado, salté a la acción.

Encontré a McGonagall afuera, junto con Neville, Seamus, Flitwick, y la señora Weasley. Así como Neville y Seamus se fueron a hacer no sé qué, llegué. McGonagall me miró antes de suspirar con alivio.

-Ah, Claudinia, bien. Necesito que hagas algo por mí - Ella parecía bastante cansada, así que de inmediato acepté.

-Cualquier cosa, profesora - Asentí con la cabeza.

-Bien, bien. Necesito que nos ayudes a emitir el encanto de barrera. Tenemos que mantener a Hogwarts bajo protección, aunque sea sólo por unos instantes - Ella me dijo. Afirmé su petición, señalando con mi varita al cielo.

Se me ocurrió entonces que no estaba bloqueando sólo a Mortífagos, sino también a Snape. Me dolió, pero sabía que tenía que hacer lo que tenía que hacer. Por mucho que me doliera, tenía que proteger a cientos de estudiantes aquí sobre él. Era un hombre gruñón, después de todo; él no me necesitaba para adularlo.

Una vez hecho esto, decidí lo que tenía que hacer. El impulso en mí era demasiado fuerte como para resistirlo, ahora: corría a la oficina de Snape. Todo el mundo estaba tan ocupado corriendo para mantenerse seguro, que nadie se preocupaba por detenerme. Es decir, hasta que me encontré con Fred y George.

Los ansiosos y nerviosos gemelos me apretaron en un abrazo, apesar de su atmósfera chistosa, reconocí la preocupación. Me sentí mal por ellos.

-¿A dónde te diriges, Claud? - Fred me preguntó con curiosidad. Les sonreí alentadoramente.

-Voy a asegurar las barreras, de que estén todas arriba y no haya aberturas. Además, voy a manejar algunos de los caos de los estudiantes. Fijándolos a todos dentro y a salvo.

Bueno, eso era casi todo lo que haría, pero yo realmente estaba pensando en hacer esas cosas... Después de visitar la oficina de Snape, eso es. Ellos asintieron con aprobación, impresionados por mi eficiencia.

-Bueno, iremos a montar guardia, para cuando los mortífagos ataquen.

Sabía que la preocupación y la angustia se mostró en mi rostro. Estarían allí mismo, frente a la cara del peligro. Probablemente podrían morir. Los gemelos me dieron una mirada alentadora, y George me dio un abrazo de oso.

-No te preocupes, cariño, te veremos pronto - Acarició mi pálida y fría mejilla con cariño. Admiraba lo cercanos que nos habíamos vuelto.

To Mend The Broken Heart (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora