Capítulo Veintitrés: Me Hundiré Con el Barco.

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Los días después de aquello fueron, en su mayor parte, borrosos. No hice nada interesante y me centré en mantener una distancia segura de Snape. De hecho, apenas llegué a pasar tiempo con él. Las únicas veces que en realidad tuvimos momentos íntimos juntos fue una vez cuando me dio un pequeño beso después de pasar una hora practicando Oclumancia.

Era una agonía. Me sentía abandonada, aunque sabía que no era la culpa de ninguno. Era sólo precaución. Prefiero hacer esto que asumir el riesgo de exponerlo todo al Ministerio. No estaba segura de cómo sentirme sobre lo que está pasó entre nosotros en la habitación detrás de la cascada, ya que ninguno de nosotros hemos sacado el tema, y yo misma lo había eludido. 

Mientras Tanto. Decidí ocuparme en resolver el enigma de mi herencia, y supuesta rareza. Necesitaría encontrar algo respecto a mi pasado, futuro, o secretos ocultos acerca de mi propio ser ¿Y qué mejor que hacer que visitar a la profesora de Adivinación para ver tu destino?

La Profesora Trelawney era la mujer más extraña que he conocido. Ella era neurótica, inquieta, y probablemente loca. Pero estaba tan en contacto con el arte de la adivinación, sabía que nadie más podría ayudarme a encontrar los secretos.

Cuando entré en la sala de clase, vi a la mujer murmurando cosas para sí misma en su pequeña mesa redonda en el centro de la sala de clase a pocos metros delante de la puerta. Ella me vio de inmediato, y se levantó. 

-Ah, señorita Vitomsis, ¿verdad? - murmuró con su plumosa voz, temblorosa. La mujer siempre sonaba como si tuviera problemas de cafeína y estuviera tratando de dejarlo, si me preguntas. Yo sacudí la cabeza. 

-Vitrosis, profesora Trelawney - la corregí, y murmuró incoherencias en voz baja, caminando hacia mí. 

-Sí, sí, por supuesto, mis disculpas ¿Qué es lo que querías, querida?

-Esperaba que usted me pudiera ayudar, estoy tratando de averiguar algo sobre mí. Quiero saber lo que realmente soy... Mi pasado - le dije. Ella asintió con la cabeza y me condujo a una mesa cercana, una pequeña mesa circular con un mantel rojo pesado y tres taburetes en los alrededores para sentarnos. Se veía como una oficina psíquica, y me acordé de mi visita con Daphne. Seguramente la suya sería de más ayuda, en lugar de sólo confundirme aún más. 

-Bien entonces, veré lo que puedo hacer - Rápidamente fue a buscar un par de artículos, todos los que reconocí de mi clase de Adivinación. Uno de ellos era una bola de cristal, la cual puso delante de ella y tarareó místicamente, rodeándola con sus manos. Después de un segundo de hacerlo, se inclinó más cerca. 

-¿Que ves? - ella murmuró. Me incliné, unos centímetros hacia el orbe. Y miré hacia la espesa niebla el interior del vidrio.

Al principio no vi nada. Sólo la niebla blanca. Entonces, formas comenzaron a formarse en su interior. Primero reconocí el bosque de nuevo. Siempre con los árboles, me parece. Una vez más, estaba turbia. Entonces, para mi sorpresa, un rostro apareció a la vista. Era un hombre, y creo que tal vez era el Vampiro quien vi el día que Snape y yo fuimos atacados. Él siseó, y me eché hacia atrás. La Profesora Trelawney empujó mi cabeza más cerca. 

-Serás mía, es lo que estás destinada a ser - él susurró. Apreté los dientes, mirando a otro lado hasta la mujer. 

-¿Hay cualquier otra forma de saber además de esto? ¿Hojas de té? Quiromancia? ¿Cartas? ¿Nada? - Le pregunté con impaciencia.

Ella agitó la mano y asintió con la cabeza, dándose por vencida. Me preguntaba si vio por qué lo hice. No obstante, ella atrapó mi mano y le dio la vuelta, frotando la suave piel de mi mano suavemente con sus dedos. Ella tarareaba en voz baja para sí misma, y detuvo su frote después de un momento.

To Mend The Broken Heart (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora