Capítulo Treinta y Ocho: Mi corazón y mi alma, por siempre tuyas.

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No podía respirar. Estaba inmóvil. Todo mi cuerpo estaba paralizado contra la pared. Gritos espeluznantes y gritos de llantos agónicos se hicieron eco en la habitación, era incapaz de evitar que salieran de mi boca. Estaba en shock.

Poco después, Voldemort tomó a Nagini protectoramente bajo su capa, desapareciendo lejos de la escena del crimen, dejando a Severus sangrando. Severus cayó de rodillas, con el líquido carmesí brotando de su cuello. Dos o tres segundos después de que Voldemort saliera, caí al suelo, colapsando en mis manos y rodillas.

Las lágrimas empapaban mi rostro y mis ojos debían estar hinchados, rojos. Me acerqué a él, arrastrándome. Di un grito ahogado y me atraganté con mis propios sollozos, incapaz de respirar. Caí a su lado y acaricié la herida de su cuello, al lado de su propia mano, para frenar la hemorragia.

No ayudó mucho, pero si lo suficiente como para sentir como si estuviera contribuyendo. Oí la cajas moverse, y el trio de oro corrió a contemplar la escena de horror. Hermione se quedó sin aliento. Con las manos temblorosas, usé mi mano libre para recuperar mi varita. Yo podía arreglar esto... Con el encantamiento Episky... Seguramente iba a funcionar... Snape logró sacudir la cabeza hacia mí, al ver a mis intenciones, y balbuceé aún más.

Con su otra mano, él ahuecó mi mejilla, y me miró a los ojos. Pude ver el dolor punzante en sus orbes negros, y parecía reflejarse en mí.

-N-no m-me dejes... - tartamudeé.

Hizo una mueca de dolor, tratando de hablar conmigo.

-N-nunca te dejaré - Él dijo con dificultad. Era un sonido enfermante, obviamente la muerte a la vuelta de la esquina. Aún así, sin embargo, yo estaba en la negación de la misma. No creía que el mundo podría ser tan cruel. Tantas cosas que he pasado a lo largo de toda mi vida, a través de la falta de amor y el abuso de mi padre, la soledad y la tristeza... Ésta era, sobre todo, la peor tortura que he experimentado. Ni siquiera podrían imaginarse ni la mitad del dolor que sentía.

Negué con la cabeza, dejando caer mi varita a mi lado y agarrando su túnica tan fuerte que mis nudillos se pusieron blancos.

-No... no puedes morir... - Le dije con furia, tristeza, y dolor. Severus acarició mi mejilla suavemente con su mano. Él me dio una mirada triste. Él no entendía. No era sólo por mí que tenía que quedarse - Yo... estoy embarazada - Admití sollozando.

Apenas lo supe el mes pasado. No estuve con él para decirle, y estaba demasiado abrumada como para recordar. Pero ahora, era todo lo que tenía que decir. Él tenía que saberlo. Sus ojos se abrieron, si era posible, aún más. Se hizo el silencio. Su mano cayó de mi cara, y me ahogué un sollozo, pensando que se había ido. Pero en cambio, su mano se movió a mi estómago, donde una pequeña protuberancia residía.

Parecía contento, incluso a través del dolor. Él sería padre. Pero yo nunca sería esposa. Acaricié su rostro, y sus ojos cambiaron a Harry. Una sustancia plateada, no agua, tampoco vapor, se filtró de sus ojos.

-Tómalas... - Él ordenó al muchacho. Harry corrió, con un vil que de alguna manera fue sacado de la nada (o de la bolsa de Hermione), y llenó el tubo con la sustancia. Recuerdos.

-Tienes los ojos de tu madre - le susurró Harry. Snape se volvió hacia mí. Él abrió la boca para decir algo, pero sin previo aviso, sus vidriosos ojos negros, y el destello de la vida en ellos se había ido. Sus manos se debilitaron, y su cabeza cayó hacia atrás.

Esta vez, supe que estaba muerto. Grité, suplicando y pidiendo que volviera a mí. Sabía que era inútil, sin embargo; no era capaz de parar. Estaba histérica.

Enterré mi cabeza en su pecho, acaricié su cabello como siempre él había hecho conmigo. Moví mi mano de la herida de su cuello, hasta el hombro, sosteniéndolo como si mi vida dependiera de ella. Hermione se arrodilló a mi lado, abrazándome, y empeczó a llorar.

To Mend The Broken Heart (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora