Capítulo Treinta y Cinco: Siempre te Amaré.

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Nos las arreglamos para arrear a los pequeños de primer año, así como de segundo y unos pocos de tercero, a la sala común. Era un paquete apretado, pero funcionó. También reunimos a seis voluntarios nuevos para ayudar.

Me puse de guardia en el exterior, junto con mi madre, tres Gryffindors de séptimo año, una Slytherin de sexto año, dos Ravenclaw de séptimo año, y un Hufflepuff de quinto año. Mis valientes compañeros y yo llevabábamos nuestras varitas en ristre, dispuestos a luchar. Teníamos que enfrentar los hechos: se trataba de la guerra del siglo. La mayor que jamás ocurriría.

Me puse de pie en frente del centro, mi madre y la chica de Slytherin, el cual su nombre era Matilda, a mis costados. Hubo una fuerte explosión, y me estremecí. La fuerte carcajada de una mujer se escuchó, haciendo eco a través del amplio pasillo. Me preparé. Y tan pronto como me preparé para luchar, sucedió. Cinco mortífagos aparecieron de la nada. Eran una mujer y dos hombres.

-¡Ellos no se ven tan difíciles! - resopló Sadinia. Fue un comentario arrogante, seguro, sólo para alimentar mi confianza. Se veían MUY difíciles. Mortales. Pero me defendí con el hechizo asesino de Snape.

-¡SECTUMSEMPRA! - Grité. Escuché las carcajadas de la mujer y evadió mi ataque con un hechizo Amparo, lanzando su propio hechizo sin palabras.

Me las arreglé para evadirlo, sólo para ser bombardeada por otro. Éste golpeó mi hombro, y casi me derribó.

Sadinia tomó el control, y sentí su poder e ira correr a través de mis venas.

-¡AAAAGGGHHHH! - grité, disparándole rápidamente a ella. Una mirada de sorpresa cruzó su rostro, seguido por una de frustración. Pero duró poco; le lancé un Sectumsempra, y ella cayó al suelo un instante después, agarrando su pecho, donde yacía una gran herida carmesí.

Lancé otro hechizo, y su cuerpo casi sin vida voló por la ventana, fuera de mi vista. Exhalé con alivio. Pero, como muchas otras cosas en esta noche, también duró poco. Alguien enganchó su fuerte mano sobre mi antebrazo, tirándome hacia atrás. Mi varita fue arrebatada de mi mano antes de que pudiera defenderme. La furiosa actitud de Sadinia estaba todavía parcialmente presente, aunque desapareciendo rápidamente.

-¡Cobarde! - Escupí y me gané una bofetada en el rostro.

Él me arrastró a un pasillo vacío sólo a unos pasos más allá de la guerra. Con sus sucias manos, él encerró mis forcejeantes brazos atrás de mi espalda en una especie de llave muggle, poniendo uno de los suyos por encima de los míos para evitar mis sacudidas. Aún así le di una patada.

-¡Quieta! - Él siseó, arrastrándome más al pasillo.

Traté de escapar, pero fue un acto inútil, sólo logré cansarme. Con un gran esfuerzo, apagué la rabia que sentía y calmé mi forcejeo. Me haría bien, ya que necesitaba recuperar algo de fuerza para luchar contra él.

Seguimos adelante, y me pregunté a dónde me estaba llevando. Y por qué. ¿De qué iba eso de arrastrarme por los pasillos? Los mortífagos se desconocen por tomar prisioneros. Sólo matar. A menos que... Alguien quisiera tomarme ccomo rehén. Alguien como Voldemort.

Pero ¿Por qué iba a quererme a MÍ, de todas las personas? Él estaba detrás de Harry... Pero tal vez se enteró de mi poder, y quería matarme o que me uniera a él. Preferiría morir, sin duda.

-¿A-dónde me llevas...?

Cuando finalmente respondió, fue un bajo siseo de frustración.

-El Señor Oscuro quiere verte.

Así que mi suposición era correcta.

-Pero ¿Por qué...? Quiere a Harry Potter... ¿Por qué perdería el tiempo en m-mi...?

To Mend The Broken Heart (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora