01 - the class A

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— capítulo uno.
(la clase A)

(la clase A)

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Presente

- Aizawa nos ha pedido que te apuntemos a la academia de héroes. -explicó Nathan, acercándose a la fémina, y observando como Leah bebía agua, cansada por el entrenamiento.- Entrarías por recomendación y te facilitaría muchas cosas. -añadió rápidamente, al ver la mueca que se había implantado en su cara.

- ¿Cosas como qué? -quiso saber, poniéndose de pie mientras se secaba con una toalla al sudor de su frente.

- Podrías ganarte un futuro brillante, allí te ayudarían a mejorar tu quirk y harías amigos. -enumeró con su mano.

- Controló a la perfección mi quirk y no necesito amigos, contigo y con los del laboratorio me sobran. Y tampoco necesito ninguna academia para tener un futuro brillante, mi futuro brilla por sí solo. -alegó, sonriendo con suficiencia.- Aunque...¿si fuera a la academia podría dejar de tener que someterme a pruebas semanalmente?

Nathan pareció pensarlo durante unos segundos.- Sí, no veo el porqué no.

- De acuerdo, entonces acepto.

- Vamos, Leah. -le llamó su entrenador.- Vuelve al entrenamiento. Debes entrenar aún más duro si quieres ser la mejor de tu clase.

La fémina suspiró, mirándole divertida.- ¿Y quién ha dicho que no lo sea ya, Ryan?

El nombrado bufó.- Tú y tu maldito ego. Vamos, señorita, vuelve al entrenamiento y no pongas ninguna excusa.

- Está bien. -le contestó finalmente, mirando a Nathan para poner los ojos en blanco, sacándole una risa al mayor.

Ryan se puso en guardia, con los puños a ambos lados de su cabeza. Y, sin esperar a que la chica se prepara, lanzó su puño derecho hacia su cara.

Esta lo apartó rápidamente, defendiéndose. Y no dudó en darle una patada en la pierna derecha, provocando que este se encorvara levemente, sobándosela.

El adulto utilizó su quirk, súper velocidad, para rodear a la chica en un movimiento casi invisible para el mundo humano. Con sus manos, agarró a la femenina de sus muñecas, inmovilizándola.

Sin dudar, Leah utilizó su entidad, tirando al suelo al pelinegro, y esté cayendo de bruces. Escupió hacia suelo, levantándose, y notando el sabor metálico en su boca.

Chasqueando la lengua, se dirigió de nuevo a la chica, dándole un puñetazo en su levemente marcado torso.

La fémina agarró su estómago, sintiendo un leve dolor en él. E ignorándolo hizo una rápida finta hacia los pies del mayor, tirándolo al suelo de nuevo.

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