--- ENTE| es un concepto filosófico que remite a lo que es, existe o puede existir. Un ente participa del ser y tiene propiedades que, como ente, le son propias.
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Aquel día ni siquiera pude comer tranquila, pues tenia a toda la clase alrededor mío, aún alucinando por el combate que había hecho y felicitándome por la victoria.
- Eh, Leah, ¿desde cuando sabías hacer lo de las ilusiones así de bien? -me preguntó Sato con curiosidad.
Rápidamente se ganó diversos comentarios que respaldaban su pregunta, al parecer todos tenían curiosidad.
La verdad era que había estado leyendo el libro que robé del laboratorio, aquel que Nathan tenía sobre su escritorio con mi nombre en la portada.
Mi anterior tutor había llenado aquel libro con información mía. El principio eran solamente datos privados de mi vida, y luego ya daba paso a más de veinte hojas repletas de mi quirk y sus poder junto a sus variantes, respaldado con imágenes de sus investigaciones.
Al parecer Nathan sí que sabía de todo lo que era capaz de hacer con mi don, solamente que debía decírmelo de una forma gradual para así poder controlarlo.
- He estado practicando. -mencioné, sin querer dar detalles de aquello, pues no era un tema relevante para ellos.
Todos siguieron murmurando palabras sobre el combate, y ojeé como cierto pelo de brócoli anotaba cosas en su libreta a una enorme velocidad.
- ¡Oh, y cuando Shinso no te ha podido controlar y te has puesto modo chica mala y luego le has controlado tu! ¡Ha sido tan guay! -fue el turno de Hagakure de hablar, mientras todos veíamos como su ropa se movía de un lado a otro, siendo que ella se estaba moviendo.
Sonreí un poco avergonzada por la emoción de todos, sin realmente poder creer que todos parecieran ver mi don como algo superior, incluso como una bendición para mí.
- No es para tanto. -murmuré.
A mi lado, Uraraka me agarró del brazo, empezando a sacudirme de una manera sobrenatural. A este paso me iba a quedar sin brazo.
- ¿Bromeas? ¡Tienes el mejor don de esta clase! ¡Prácticamente podrías controlarnos a todos! -exclamó.
Ante aquellas palabras me removí en mi sitio, dando una diminuta sonrisa en un intento de que no se notara mi incomodidad.
Hablar de aquella manera y durante tanto tiempo sobre mi quirk me hacía recordar eventos desafortunados de mi pasado, y mi estómago no podía evitar removerse ante aquellos pensamientos.
- ¡Dejad de molestarla, lleváis más de media hora así malditos extras! -se escuchó decir a cierto rubio de las granadas, empujando sin cuidado a la gente que había a mi alrededor hasta llegar a mí y agarrarme con lentitud de la muñeca.
