--- ENTE| es un concepto filosófico que remite a lo que es, existe o puede existir. Un ente participa del ser y tiene propiedades que, como ente, le son propias.
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— capítulo cuarenta y cuatro. (ven al festival cultural)
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- ¡Hay más gente de la que esperaba! -chilló en un susurró la chica gravedad nerviosa, asomando su cabeza entre el telón que separaba el escenario de los demás estudiantes de la UA.
A su lado, Leah la agarró del brazo, apartándola de ahí en un intento de que dejara de entrar en pánico por el público.
- En el torneo te vieron muchas más personas, no te preocupes por este poco. -mencionó, moviendo su mano izquierda en círculos como si los espectadores del concierto que iban a dar cupieran en el círculo invisible de su mano.
La castaña titubeaba en pánico, aunque con sus nervios aminorados.- Pero no es lo mismo.
La azabache vio como tan solo quedaban unos segundos para empezar con el espectáculo, y como todos se iban a sus posiciones. Intensificó su agarre en el brazo de Ochako, acompañándola hasta su posición entre Tsuyu e Iida y dándole un último apretón, antes de separarse de ella.
- Lo haremos bien. -musitó Leah, brindándole unas últimas palabras antes de empezar a los del sector derecho, consiguiendo darle la tranquilidad que necesitaba a Uraraka.
A pasos rápidos, la ojivioleta se dirigió a su posición en la parte izquierda del escenario, entre Ashido y Aoyama.
Al pasar frente a Katsuki, quien iba a tocar la batería, ambos cruzaron miradas, y el ojiambar guiñó un ojo en dirección de la chica, sin dejar de mirarla.
Este le mandó una sonrisa, terminando de colocarse en su sitio y alzando su mirada hasta el techo del lugar, donde un chico bicolor también la miraba atento.
La explosión que daba inicio al espectáculo salió de las manos de Bakugo, y la banda empezó a tocar.
El grupo de bailarines también empezó a bailar, enseñando la rutina que habían estado practicando durante el último mes.
Ya todos lo hacían fenomenal, cosa que en un principio casi todos tenían dificultades a la hora de moverse —a excepción de Mina, Tsuyu, Leah y Ojiro—. Aoyama la mayoría de veces se tropezaba con sus propios pies, Iida parecía un robot intentando moverse, Midoriya estaba demasiado tenso como para siquiera acordarse de respirar mientras bailaba, y los otros simplemente no conseguían condonar sus pasos.
Leah se movía desde pequeña con una gran agilidad al bailar, pues con sus entrenamientos de cuerpo a cuerpo Ryan siempre le había dicho que con el baile podría potenciar su elasticidad y flexibilidad en su cuerpo para usarla a su favor a la hora de combatir, por lo que bastantes veces los dos se dedicaban a bailar antes de empezar a entrenar.
