forty four

2.2K 143 60
                                    

TW Autolesión.

CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

Draco tenía la sudadera con capucha gris firmemente en sus manos. Cerca de su nariz, donde se habían frotado las últimas olas de Nelly. Su baya dulce y su aura boscosa hundidas dentro de las telas.

Sus mejillas estaban manchadas de lágrimas. Sentía que estaba en sus últimos momentos de vigilia, porque todo lo que estaba haciendo era llorar. Lo rompió. Todo lo hizo.

Siempre, estaba perdiendo a alguien especial. Fue el castigo del Señor Todopoderoso.

Primero fue Blaise, luego su hijo y ahora su futura esposa. Nelly. Penélope Malfoy. Aquella a quien amaba, y aquella a quien pensaba que lo amaba de vuelta.

Pero después de no volver de su caminata ese día, pasó tiempo buscando. Buscando por ella. Toda la noche. Corrió por todas partes porque pensó que si aparecía de un lado a otro, podría haber ese ligero disparo extraño en el que ella estaría escondida en una esquina.

Pero no se la encontraba en ninguna parte. Hace mucho tiempo perdido. O se ha ido hace mucho tiempo.

En cualquier caso, ella lo abandonó.

Todas sus pertenencias se quedaron con Draco. Todo menos su varita. Así que sus pensamientos se rompieron.

Incluso si quisiera dar el beneficio de la duda, nada impidió que el principal pensamiento sobresaliente resonara dentro de su mente.

Ella me dejó. Soy un desastre. Nadie quiere estar con un hombre roto.

Y a pesar del dolor que sentía, lo entendió.

Prácticamente le rogó que se quedara cuando ella le dijo que era demasiado para ella. Draco hizo su estancia, dejó todo por ella y todavía era demasiado.

Y lo que más dolió fue que ni siquiera podía despedirse. No podía decir "te amo".

Decirte a ti mismo no es exactamente lo mismo. Sin embargo, eso nunca impidió que el rubio se lo dijera casi cada hora.

Te amo. Lo siento. Te extraño. Vuelve. Me duele el corazón sin ti. Por favor, te necesito.

Pero sabía que tal vez era la decisión correcta. Independientemente de si quería aceptarlo o no.

Draco no había hablado ni una palabra a nadie en tres días. Esos días en los que Penélope había estado desaparecida. Simplemente como si desapareciera en el aire.

Se quedó mudo. No tenía nada que decir. Tampoco quería decir nada.

Porque todo lo que quería era Penélope.

Una cálida palma le ahuecó el hombro y se apretó con tranquilidad. Pero se negó a girar la cabeza. En cambio, continuó acaparando la sudadera con capucha que le dio para que durmiera y continuó llorando.

—Draco, no creo que se fuera así.—La relajante voz de Pansy susurró, arrodillada en el suelo junto a él.

Draco no solo se había negado a hablar, sino que se negó a quedarse en su habitación. Era demasiado prístino. Gritaba Penélope. Su aroma, su ropa.

Todo lo que poseía, le recordaba a ella.

Sus libros que ella leyó alguna vez. La ropa suya con la que ella consolaría. Sus pertenencias de ducha en su baño y en la cama. Donde pasarían todos sus momentos íntimos.

HOUSE OF CARDS | Draco Malfoy ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora